Margaret Atwood ha rebut una nova onada de seguidors i seguidores més joves o menys immersos en el món de la literatura fantàstica darrerament gràcies a l’aclaparador èxit de l’adaptació televisiva d’El conte de la serventa, però fa sis dècades que publica obres multipremiades en els camps de la poesia, relats curts, llibres de no-ficció i infantils i, evidentment, novel·les de ficció, especialment de ficció especulativa (un tipus de ciència-ficció que narra futurs molt probables) i històrica (entre les quals destaca Alias Grace). L’any 2003, a l’edat de seixanta-quatre anys, va iniciar una trilogia distòpica amb la novel·la Oryx y Crake i ara la podem gaudir en castellà amb la nova edició de Salamandra.

La historia transcurre en dos líneas temporales: un futuro preapocalíptico y un futuro postapocalíptico. La primera recorre la infancia y juventud del protagonista de la segunda y nos señala los indicios de la catástrofe inminente tanto a nivel individual como a nivel de la sociedad en general. La segunda es una especie de Soy leyenda de Richard Matheson con un personaje principal inicialmente derrotado, pero que a pesar de la desesperanza inicia una aventura, que nos puede recordar al viejo de El viejo y el mar en su aislamiento y su instinto de supervivencia.
En cuanto a los personajes, son desagradables y tienen comportamientos que nos generan rechazo. Esta caracterización, muy propia de los libros de la autora canadiense, conecta con uno de los temas principales de la novela que es: qué nos define como seres humanos (incluso cuestiona si todo son rasgos negativos) y de qué elementos nos podríamos deshacer en nombre de un mundo mejor, pacífico, y seguir conservando la esencia de nuestra especie.

La otra cuestión central de la obra es hasta qué punto tenemos legitimidad de modificar la naturaleza a nuestro gusto. Antes de leer el libro es importante recordar en qué momento fue escrita, inicios del 2000, cuando los transgénicos estaban en el centro del debate político especialmente de los movimientos ecologistas en los que ha participado a menudo Atwood. Es posible que esta caricatura de los transgénicos haya quedado algo anticuada, al fin y al cabo los humanos hemos modificado plantas para nuestro beneficio y hemos hibridado especies desde hace diez mil años cuando comenzó la producción de alimentos. Sin embargo, el aspecto de la falta de ética en nuestra voluntad de cambiar nuestro entorno para estar más cómodos es más vigente que nunca. También hiela la sangre del lector las predicciones que hizo hace casi veinte años de una pandemia global y de la reacción que individuos y gobiernos tendrían.
En resumen, Oryx y Crake es una gran obra de ciencia ficción que como las mejores representantes del género nos habla con claridad de los defectos del mundo actual distrayéndonos con mundos en apariencia lejanos. Gracias a un estilo de escritura austero, pero efectivo; un excelente sentido del ritmo interno de la historia y una extrema precisión en los detalles que ayudan a construir este mundo futuro de forma creíble y reconocible la lectura es muy ágil y, a pesar de los temas escabrosos, satisfactoria.
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