La retrospectiva de esta edición del D’A está dedicada a la directora austriaca Jessica Hausner que con cinco largometrajes se ha convertido en una de las voces más personales del cine europeo. Además de sus anteriores películas, en el D’A se ha podido ver durante 48h su última obra, Little Joe, la primera rodada en inglés. Hablamos de esta película y también de Algunas bestias, película chilena que estuvo presente el año pasado en San Sebastián y ganó allí el premio Nuevos Horizontes.
Little Joe (Jessica Hausner)
La protagonista de esta película, Alice (Emily Beecham), es una madre soltera que trabaja en una empresa de investigación botánica. Es la responsable del último diseño de la compañía: una planta modificada genéticamente cuya fragancia proporciona felicidad. Un día, sin haber concluido los procedimientos de revisión, lleva un ejemplar de la nueva especie a su hijo Joe (Kit Connor). A medida que la planta crece, Alice descubre que tal vez su creación no sea tan inofensiva como parece.

Jessica Hausner, directora y guionista de Little Joe, utiliza un argumento que remite a La invasión de los ultracuerpos, una novela clásica de la ciencia ficción, escrita por Jack Finley y adaptada por primera vez en 1956, para hablar de un futuro que ya hemos alcanzado, el de la manipulación genética, la búsqueda de la felicidad de forma artificial y la realidad incierta, afectada por virus desconocidos y distanciamiento social. En este sentido, Little Joe se configura como una película que habla claramente de nuestro tiempo o de la llamada ‘nueva normalidad’ que nos espera; es más ciencia que ficción.
La película supone un gran paso adelante en la carrera de Hausner; su consagración como una de las realizadoras más interesantes de la actualidad. Desde Lovely Rita (2001) hasta la presente cinta, pasando por Hotel (2004), Lourdes (2009) y Amour fou (2014), vemos una serie de señas autorales comunes en su cine, como el predominio de personajes solitarios con dificultades para relacionarse con los demás o sentirse integrados en la sociedad, el uso de los espacios como una traslación de la psicología de los personajes, el conflicto familiar como detonante, especialmente entre padres e hijos, y el cuestionamiento del punto de vista, siempre a medio camino entre lo real y lo posible.

Todos estos elementos están presentes en Little Joe, sublimados gracias a una realización excelente, a partir de una serie de planos fijos que enfatizan el aislamiento de los personajes en el espacio y su extrañamiento, en la línea del cine de Yorgos Lanthimos (Langosta, El sacrificio de un ciervo sagrado); una fotografía que utiliza la calidez de los colores contrastados o la monotonía del blanco para expresar emociones o la ausencia de las mismas; dos contenidas interpretaciones, las de los ingleses Emily Beecham (ganadora del premio a la mejor interpretación femenina en Cannes 2019) y Ben Whishaw; y una banda sonora inquietante, formada por una sucesión de piezas del compositor japonés, ya fallecido, Teiji Ito.
Little Joe, en conclusión, como las mejores obras de ciencia ficción, es una película que trasciende su género para elaborar una pertinente crítica de nuestra sociedad: la búsqueda de las emociones por medios artificiales nos aísla y nos despoja de nuestra humanidad. Distribuida por Noucinemart, esperamos que pueda llegar a nuestras salas en los próximos meses, cuando los cines puedan recuperar su funcionamiento. Si eso ocurre, no se la pierdan: Little Joe es una de las películas más fascinantes y visionarias de los últimos años.
Nota: 9
Algunas bestias (Jorge Riquelme Serrano)
¿Y si nuestro confinamiento se diera en una isla deshabitada, con nuestra familia, sin agua y con frío? Eso es lo que propone el realizador chileno Jorge Riquelme Serrano en su segunda película, Algunas bestias. En ella, una familia chilena, adinerada, viaja hasta una isla deshabitada, en el sur del país. Cuando se encuentran retenidos allí, comienzan a revelarse las bestias que llevan en su interior.

Algunas bestias contiene una premisa muy interesante, expuesta de forma elegante, a través de una sucesión de planos fijos que buscan reflejar claustrofobia, una notable fotografía y unas interpretaciones muy veraces que ayudan a dotar de verosimilitud al relato. Sin embargo, la película, de ritmo tedioso y escenas intrascendentes, no acaba de despegar hasta su tramo final y, además, termina de forma inconclusa. Su metáfora sobre el individualismo humano, la violencia y los abusos en situaciones extremas, es bastante obvia y ya reflejada de mejor forma en otros filmes recientes, como en El hoyo (2019), la fantástica ópera prima de Galder Gaztelu-Urrutia.
Nota: 6
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