Cada director tiene en su interior una película que condensa todas sus angustias y pasiones; la de los hermanos Safdie era “Diamantes en bruto”. El tortuoso viaje de producción se inició hace diez años cuando intentaron ponerse en contacto con Adam Sandler. Como entonces eran unos desconocidos, el guion ni llegó a las manos del actor.
Esto no les hizo perder el deseo de narrar esta historia tan personal, pero comprendieron que la única manera de conseguirlo era ir haciendo películas de presupuesto creciente hasta llegar a captar la atención del cómico y de los productores. Así surgieron cintas estimables como “The Pleasure of Being Robbed” y “Go Get Some Rosemary” y dos grandes películas como “Heaven Knows What” y “Good Time”. Una vez estrenada una película en Cannes protagonizada por un actor de renombre (Robert Pattinson), consideraron que su currículum era lo bastante vistoso como para enviarle de nuevo el guion de “Diamantes en bruto” a Sandler, que ahora sí aceptó. Con lo que no contaban los dos hermanos es que esta odisea de una década los habría convertido en unos narradores excelentes y únicos en el panorama actual. Así, todo lo que iban aprendiendo lo añadían al guion. 160 borradores más tarde, firmaron un guion final que tenían tan asimilado que lograron rodar un film sin imperfecciones.
¿En qué consiste este estilo tan distintivo de los Safdie (Benny Safdie y Josh Safdie)? En primer lugar, se basa en dotar de un ritmo interno al filme que no deje respirar al espectador. Su cine es muy invasivo y agresivo hacia la audiencia: la sensación que transmite es la que te están grapado para situarte en medio de la acción. Además, les gusta hacer malabarismos con varias tramas haciéndolas confluir en la misma escena. Se preguntarán, ¿cómo puede ser que una película de más de dos horas mantenga este nivel de desasosiego? Pues los guionistas usan el humor para destensar la narración. La segunda característica de su cine es que los protagonistas viven la vida minuto a minuto. La cadencia que los Safdie imponen a la narración emula la manera de ver el mundo de sus personajes. En la mayoría de casos, son supervivientes natos que se mueven por instinto y no temen usar todo tipo de artimañas para salir adelante, aunque signifique hacer daño a la gente de su alrededor. En el caso de “Diamantes en bruto”, tenemos a un vendedor de joyas del distrito de los diamantes de Nueva York con ludopatía que quiere demostrar al mundo que no es un mediocre, que es un diamante sin cortar. Este último punto nos lleva a la tercera característica principal de los Safdie: hacen obras morales disfrazadas de estudios de personajes.

Sin embargo, los hermanos no trabajan solos, sino que cuentan con una serie de colaboradores de primera línea. Como, por ejemplo, el magnífico reparto liderado por Adam Sandler el que se podría considerar como el tercer autor del film, ya que él es el centro de atención en casi cada escena y sin su mezcla de ingenuidad y rabia reprimida la historia no iría a ninguna parte. También conviene destacar las actuaciones convincentes de los debutantes Julia Fox (que promete mucho), Kevin Garnett (sí, el jugador de la NBA) y un conjunto de secundarios que pueblan realmente este mundo del negocio de los diamantes y que los Safdie contrataron para dar más realismo a la historia (tal como hace Michael Mann). Detrás las cámaras es importante destacar la hipnótica banda sonora llena de sintetizadores de Daniel Lopatin, la fotografía visceral y afeada de Darius Khondji y el trabajo del equipo de efectos visuales para crear la secuencia alucinógena que acompaña los títulos de crédito iniciales.
“Diamantes en bruto” dividirá la audiencia en dos grupos: los que la odiarán y los que les encantarán. Con los Safdie, no hay punto medio; o te dejas arrastrar hacia uno de los microcosmos donde hacen transcurrir sus filmes o abandonas la sala. Si no sabe a qué grupo pertenece, puede ver su película anterior en Netflix o, si no tiene tanto tiempo, visionar su cortometraje “Goldman v Silverman” donde también aparece Adam Sandler.
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