La revelació 1.0
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Jorge-Yamam Serrano ha actualizado con dudoso acierto La revelació, su obra documental sobre el fenómeno de los whistleblowers estrenada en el Grec 2018, que ahora incluye la detención de Julian Assange el pasado mes de abril, ambiguamente asociada con sus tweets sobre Cataluña y las tensiones diplomáticas entre España y Ecuador.

Ganó las elecciones Lenín Moreno y cambió la suerte de Julian Assange en la embajada de Ecuador en Londres, que acabó permitiendo su extradición a Estados Unidos, después de siete años recluido entre cuatro diplomáticas y espiadísimas paredes. Estos hechos y los tweets de Assange a favor de las protestas en Cataluña, con las consiguientes tensiones entre España y Ecuador, convencieron a Jorge-Yamam Serrano de la necesidad de actualizar La revelació, su obra sobre los tres grandes whistleblowers digitales: Chelsea Manning, Edward Snowden y el propio Assange. Y no hay duda de que las historias de estos heroicos y claroscuros soplones merecen revisarse una y otra vez para que sus denuncias no caigan en el olvido o la rutina. Pero esta Revelació 1.0 tiene el efecto contrario: emborrona su original, lo vuelve rebuscado y capcioso, sugiriendo un excéntrico vínculo entre la extradición americana de Assange y sus tweets sobre el procés.

La revelació 1.0

La obra arranca con ínfulas brechtianas: un estentóreo y convincente Jordi Andújar se encara a la platea, convertida en tribunal de la Santa Inquisición, para confesar que se llama Galileo Galilei y que abjura del heliocentrismo, mientras una larga pantalla al fondo nos muestra la escena del célebre juicio en el biopic de Liliana Cavani. Una forzada comparación entre verdades científicas y políticas que removerá a más de uno en su butaca. Pero no es un gesto aislado. Luego escucharemos a Sócrates, con parecida intención comparativa, defender ante los atenienses la verdad filosófica frente a las cicutas del poder. Es el ambicioso tono de La revelació y de su versión 1.0, contagiada quizá del grandilocuente y ubicuo tono de Assange, defensor de ese tipo de verdades difusas y omnímodas cuya revelación se asocia a grandes gestos individuales.

Tras el prólogo, la obra se adentra en las historias de sus tres filtradores, y es todo teatro verbatim: la transcripción, palabra por palabra, de los diálogos y declaraciones de sus protagonistas reales. La primera historia, y quizá la más interesante, es el encuentro de Assange con Eric Schmidt, director ejecutivo de Google, durante el arresto domiciliario de Assange en Norfolk. El cinismo del leguleyo americano interpretado por Jordi Andújar, la calculada frivolidad de la ejecutiva de Cristina Gàmiz, el adusto mesianismo de Assange, dando lecciones y soluciones a diestro y siniestro (magnífico Ruben Ametllé), aportan los mejores matices de una batalla moral, tecnológica y política enormemente compleja, donde nadie sale bien parado: ni el colaboracionismo de Google con el Patriot Act de Bush, ni los burdos arbitrismos de Assange, partidario de matar al perro para matar la rabia.

La revelació 1.0

La función se desdibuja, sin embargo, en su segunda historia, la torturada biografía de la transgénero Chelsea Manning, que copió los archivos secretos del ejército americano en un CD de Lady Gaga, lo que permite a Cristina Gàmiz un poderoso alegato pro-trans al ritmo de Born this Way. Pero este brioso arranque y la búsqueda identitaria de Manning en los mundos virtuales y hormonales, se pierde muy pronto en un sobreactuado monólogo con fáciles aires de melodrama.

La función remonta con su tercera historia, la de Edward Snowden, el apacible millenial de Carolina del Norte, el concienzudo informático militar que, al descubrir el espionaje masivo del Gobierno a sus compatriotas, decide abandonar un buen sueldo y una vida segura, su país y a su familia para lanzarse a una miserable vida de fugitivo, deambulando por hoteles de Hong Kong y por ignotos pueblos de Rusia, confiando en la deep web y en su “túnica mágica” para teclear a hurtadillas del Gran Hermano.

La revelació 1.0

La revelació 1.0 sigue siendo una función necesaria y más que solvente, como su antecesora; una digna continuadora del trabajo verbatim de Serrano en Camargate (2015). Tampoco se le puede negar el acierto y el cariño en la búsqueda del factor humano, revelándonos a esa gente valiente que, un poco como el protagonista de Que vaya bonito (2012), lo abandona todo por fidelidad a sí misma. Pero esta reedición 1.0 ha cedido a un impulso más especulativo que documental, pintándole chillones colores locales a un conflicto más amplio que, con ello, pierde algo de su discreto encanto literal.



Donde: Tantarantana
Fechas: Hasta 1 de Diciembre, 2019
Duración: 85 minutos
Autor y Director: Jorge Yamam-Serrano
Intérpretes: Ruben Ametllé, Cristina Gàmiz, Jordi Andujar
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