Justo el fin de semana en que se entregarán los Oscar, nos llega otra de las competidoras a las estatuillas doradas, con dos protagonistas nominados y una historia que se basa en el caso real de una escritora que falsificó hasta 400 cartas de autores como Dorothy Parker o Nöel Coward para venderlas a coleccionistas de Nueva York.
Lee Israel (Melissa McCarthy) es una escritora que después de haber escrito algún libro biográfico de moderado éxito se encuentra en un callejón sin salida creativo. Su única idea es escribir una biografía de la cantante Fanny Brice. Una idea a la que su agente literaria (Jane Curtin) no le ve ningún futuro. Su carácter agrio, hosco y rudo, sumado al alcoholismo y falta de higiene hacen que Lee no sea una persona a la que nadie esté dispuesto a echar una mano, excepto su único amigo Jack (Richard E. Grant). Inmersa en un agujero económico y emocional, un día encontrará por casualidad una carta que le dará una vía de ganar dinero para subsistir: falsificar y vender a coleccionistas supuestas muestras epistolares de escritores famosos. En estas falsas cartas verterá su ingenio e ironía, componiendo irónicamente su mejor obra en unos papeles de los que no puede reconocer la autoría.

Dirigida por Marielle Heller, ¿Podrás perdonarme algún día? se convierte en una especie de comedia criminal muy negra que sobre todo se mantiene muy honesta dentro de sus ambiciones, sin querer abarcar más de lo que puede ofrecer. En este sentido, la película a ratos da la sensación de que hubiera podido extenderse o profundizar más, pero a la vez traspira una sencillez y humanidad medidas y coherentes.
Unos rasgos característicos que se concentran en su protagonista. Una Melissa McCarthy alejada de su imagen habitual que ha visto reconocida con la nominación al Oscar la composición de este personaje. Una mujer que no intenta en ningún momento ganarse el favor del espectador y que muy a su pesar acabará consiguiendo una chispa de empatía. Lee es la anti protagonista, una mujer maleducada, desagradable por todas sus aristas, borracha, malhablada, patética y capaz de apuñalar por la espalda a los pocos que se preocupan por ella. Y aún así, McCarthy logra que detrás de sus ojos pequeños y su boca de sonrisa amarga adivinemos una persona llena de miedos y soledad intentando nadar contracorriente en una sociedad de estereotipos.
Tanto ella como su compañero Richard E. Grant, como en general todas las situaciones que va planteando el guión basado en hechos reales de Nicole Holofcener y Jeff Whitty aciertan en dar el todo vivaz y cargado de ironia a una historia triste que hubiese podido regodearse en el más sórdido melodráma y, en cambio, como su protagonista, acaba manteniéndose a flote a base de ingenio.
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