Répertoire des villes disparues
Denis Côté, 2019
La quietud de un pueblo de Quebec se ve alterada por la muerte de uno de sus habitantes más jóvenes en un accidente de coche. El pueblo, de poco más de doscientos habitantes, es un ecosistema blanco y frío regido por una alcaldesa que piensa que la población será capaz de superar esta tragedia por sus propios medios.
Mientras tanto, unos personajes misteriosos van integrándose en la historia, tiñendo el paisaje de un aire fantasmagórico, contagiando inquietud a los habitantes, que empiezan a cuestionarse la razón de vivir y permanecer allí.
La película resulta una fábula en ocasiones surrealista sobre el abandono de los pequeños pueblos que una vez tuvieron una razón de ser gracias a la industria; la inmersión de la depresión producto de ese vacío mortal, sus consecuencias rayando en las patologías psíquicas y, en definitiva, el envejecimiento de la población en convivencia con sus propios fantasmas. Rodada en 16mm para marcar la narrativa sobria y austera, las escasas píldoras de humor (por llamarlo de algún modo) a través de una pareja de personajes (Lou-Lou y su marido) permiten contener apenas la debacle anímica.
En esta jornada de lunes también hemos podido asistir a la proyección de dos cortos españoles a concurso, que tienen en común el hecho de ser relatos de verano, pero nada más.
Leyenda dorada
Chema García Ibarra, Ion de Sosa, 2019
Un día de verano en una piscina extremeña, donde la gente va a relajarse, a dormir su siesta bajo el sol, a jugar, a discutir o a cantar; a tumbarse en una toalla sobre el césped, a bañarse o a comer en el chiringuito. Un día de relax, donde parece que no pasa nada pero sucede de todo, incluso milagros.
Rozando la estética almodovariana (un mantel de hule, una virgen), mezclando referencias cinéfilas (Sunset Boulevard) e incorporando algún elemento bíblico que aquí no se va a desvelar, en poco más de diez minutos este relato de pinceladas surrealistas retrata un ecosistema de tinto de verano y partida de tute. Producen Leire Apellániz y Ion de Sosa.
Suc de síndria
Irene Moray, 2019
Un grupo de amigos comparte una casa de verano en Cataluña. La narración se centra en la relación entre Pol y Bárbara; no tanto en los detalles sentimentales como en los sexuales, en los problemas de ella para alcanzar el orgasmo y en el apoyo que le brinda Pol. Poco a poco iremos conociendo más detalles, a través de las conversaciones de sobremesa entre los seis amigos.
Sin duda, el corto es tan refrescante como la sandía, elemento importante en la narración por lo que representa, una fruta que ayuda a relativizar los problemas, que estimula los sentidos y alivia.
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