Infiltrado en el KKKlan
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Después de pasar por musicales, cortometrajes, series de televisión e incluso videojuegos, el director Spike Lee forma tándem con Jordan Peele (como productor) para volver a su cine denuncia. Y para ello elige un curioso y poco conocido hecho real que su protagonista recogió en un libro autobiográfico en 2014.

A principios de los 70, el cuerpo de policía de Colorado Springs acoge a su primer agente negro, Ron Stallworth (John David Washington). Marginado de entrada para algunos de sus compañeros, Stallworth deberá enfrentarse a un racismo todavía muy presente en la sociedad y las fuerzas de la ley. Un día, ve un anuncio en el periódico del Ku Klux Klan buscando adeptos y se decide a llamarles para investigar. Comienza así un proceso de infiltración en la organización que defiende la supremacía blanca. Para superar el evidente inconveniente de su color de piel a la hora de pasar por miembro del KKK, urde un plan con su compañero, el agente Flip Zimmerman (Adam Driver). Mientras Ron mantendrá el contacto telefónico con los jefes del Klan, será Zimmerman quien asistirá a sus reuniones.

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Spike Lee decide coger este hecho real para llevarlo a la gran pantalla, pero de hecho sólo es una excusa para volver a urdir una historia que le sirve más para reinsistir en su cine protesta que en explicar la historia en sí.

Infiltrado en el KKKlan‘ transita en un espacio atemporal que tan pronto recrea la América profunda de los años 70 como empieza a meter referencias a la actualidad, con frases de Trump o los incidentes en los que afroamericanos han muerto a manos de la policía.

Este es el verdadero interés de Spike Lee, volver a poner el foco en una América racista, con abusos de poder contra las minorías y donde derechos y libertades básicas están en peligro. Un interés que queda muy patente con un epílogo de imágenes actuales donde nos viene a remarcar que lo que ocurría en los años 70 no está ni de lejos resuelto hoy.

Seguramente por eso, cuando se dedica a narrar la historia que ha escogido para su película esta se resiente y parece que no acabe de encontrar el tono entre la comedia y el drama, entre el pasado y el presente. El cúmulo de recursos fílmicos a que recurre (saltos rítmicos, encuadres fuera de eje, pantallas partidas,…), el trazo grueso con el que dibuja a todo los miembros del KKKlan pero también el personaje de John David Washington, y la resolución con prisa de los hechos, hacen que impere la sensación que a la postre el periplo de Ron Stallworth y su compañero judío tampoco importan demasiado. Que ellos sólo fueron una gota más en un mar que sí es relevante.

En ‘Infiltrado en el KKKlan‘ Lee lo juega todo a que el mensaje global cale, sin importar si la atención a la historia del agente negro infiltrado en el KKK se pierde por el camino.

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