Día intenso hoy en el Festival de San Sebastián. La entrega del premio Donosti y la presentación de su última película han traído a la ciudad a la gran dama británica de la interpretación, Judi Dench. En la sección Perlas, Ciro Guerra y Cristina Gallego nos acercan al mundo del narcotráfico en Colombia. Y en la sección oficial, Carlos Vermut ha vuelto a brillar cuatro años después de haber recogido la Concha de Oro con su anterior film, “Magical Girl”.
Red Joan
Hasta tres proyecciones para la prensa se han programado para la película que ha llevado la actriz Judi Dench hasta San Sebastián para recibir el tercero de los premios Donosti que se han concedido en esta edición.
Basada en hechos reales, “Red Joan” nos presenta a Joan Stanley, una anciana que vive tranquilamente en un barrio residencial cuando un día agentes del MI5 se presentan en su puerta para arrestarla por espionaje. Entre interrogatorio e interrogatorio, la película nos traslada a 1938, a la semilla de los hechos de los que se la acusa. Entonces, Joan (Sophie Cookson) era una joven estudiante de física en Cambridge. Allí hizo amistad con Sonya (Tereza Srbova) y se enamoró de Leo (Tom Hughes), y de la mano de una y otro conoció todo un mundo de activismo político que cambiaron su forma de ver el mundo y sus ideales, marcando de manera definitiva sus actos en los años posteriores cuando Joan formó una parte clave de la investigación nuclear durante la Segunda Guerra Mundial.
Trevor Nunn hace en “Red Joan” una interpretación con muchas licencias del libro homónimo de Jennie Rooney que a su vez ya hablaba muy licenciosamente de la vida de Melita Stedman Norwood. Y con ellas viste una historia a lo largo del tiempo que además de hablarnos de dos amores, de la relación entre una madre y su hijo, del lugar de las mujeres en la ciencia décadas atrás o del papel del activismo político en los grandes conflictos del siglo pasado, también nos acerca al espionaje desde una perspectiva humana y idealista.
Con un pulso narrativo correcto y unas sólidas interpretaciones de las protagonistas femeninas, el film se queda corto al terminar de dibujar bien los hechos que narra cuando en general pinta bien el entorno sociopolítico, pero no acaba de profundizar en la complejidad de las motivaciones de los sus personajes. Tanto en las decisiones más personales como en las que afectaron al conflicto global, esto va en contra de la credibilidad de una historia que comienza con el cartelito de “Basado en hechos reales“.
Judi Dench
En la rueda de prensa posterior, Judi Dench ha hablado con los periodistas sobre su larguísima trayectoria, que de hecho comenzó por un deseo de acercarse a Shakespeare en el teatro y que posteriormente la llevó a algo que no se había planteado de inicio, ser también actriz de cine.
Preguntada sobre los movimientos feministas en la industria del cine y su posición en este negocio, ha reconocido que “creo que hay muchas cosas a enderezar y corregir. Es un momento extraordinario de cambios y hay cada vez más papeles para mujeres, lo que es muy bueno y espero que siga así.” “No considero que yo sea una mujer poderosa en esta industria. Espero que alguien me pida hacer un trabajo y hacerlo; no tengo ningún poder para instigar ese trabajo o hacer posible un film y me cuesta rechazar un papel porque pienso que quizás no me volverán a ofrecer otro.“
Cuando se les pidió un consejo para los jóvenes actores, tanto Dench como el director Trevor Nunn coincidieron: “persistir y nunca, nunca, rechazar nada. Tanto si es en un teatro muy pequeño, como en un ático o en una bodega, si te ofrecen un papel cógelo y hazlo. Porque toda oportunidad te puede llevar a otra. El no hacer nada sólo te lleva a nada.“
Pájaros de verano
También hoy ha llegado a la sección de Perlas, “Pájaros de verano“. Basada en una historia real que explica el origen del narcotráfico en Colombia, la película se sitúa en los años 70 cuando la juventud norteamericana abraza la cultura hippie y con ella, la marihuana. Esto provoca que los agricultores de la zona se conviertan en ’empresarios’ a un ritmo veloz. En el desierto de Guajira, una familia indígena Wayuu se ve obligada a asumir un papel de liderazgo en esta nueva empresa. La riqueza y el poder se combinan con una guerra fratricida que pondrá en grave peligro su familia, sus vidas y sus tradiciones ancestrales.
Ciro Guerra dirige junto a Cristina Gallego esta sangrienta y fratricida historia, dividida en cantares, con una fotografía de gran belleza y que nos cuenta la muerte de la espiritualidad indígena y de la palabra frente a la violencia. Todo comienza con la entrada en el capitalismo por culpa de la droga -marihuana- que los indígenas primigenios de Colombia venden a los “gringos”, las luchas entre familias que les llevan casi a su desaparición, y la entrada de los de Medellín a Colombia haciéndose cargo del negocio de la droga.
Guerra ganó en 2003 el Premio Cine en Construcción por “La sombra del caminante“, que compitió en la sección Nuevos Directores de San Sebastián en 2004. Siguieron “Los viajes del viento” (2009), estrenada en Un Certain Regard de Cannes y “El abrazo de la serpiente” (2015), ambas presentadas en Horizontes Latinos de Donostia y esta última candidata al Oscar a la Mejor Película Extranjera.
“Pájaros de verano” sale de la productora Ciudad Lunar Producciones que Cristina Gallego crea con Ciro Guerra, su marido. La película, con la que continúa explicando su Colombia y mostrando una realidad poco conocida de este país, inauguró la Quinzaine des Réalisateurs de Cannes 2018 y ha sido preseleccionada para representar a Colombia en los Oscar.
Angelo
Volviendo a la sección oficial, primero era el turno del austriaco Markus Schleinzer que en “Angelo” nos retrata en tres actos la vida de un chico negro que de pequeño llega en patera a las costas europeas y es llevado a vivir con una condesa que intentará educarlo, vestirlo y aleccionarle, en un papel entre la esclavitud y la exhibición como rareza para divertimento de los acomodados o prueba de la posibilidad de la asimilación del diferente. De adulto vive una falsa libertad en la que llegará a casarse y vivir en su propia casa. Y ya en su vejez seguirá sintiéndose fuera de lugar en una sociedad que tras su muerte acabará exhibiéndole en un museo en una vitrina.
Con un cuidado trabajo técnico, desde la fotografía al vestuario, una arriesgada apuesta por una imagen en formato cuadrado y un planteamiento teatral en varios fragmentos, “Angelo” ubica en el siglo XVII un discurso con mucha actualidad sobre cómo se enfrenta la sociedad a lo diferente, ya sea intentando asimilarlo a la norma, rechazándolo, haciendo burla o recordando constantemente el hecho diferencial como única definición de la persona.
A pesar de acusar algunos altibajos en su historia, la película consigue hacer llegar su mensaje trascendiendo la particularidad de la vida de Angelo Soliman, incluso en su vergonzante final. A la postre, no hace tanto que teníamos expuesto “El negro” en el museo de Banyoles.
Quién te cantará
Y para terminar la jornada reencontramos a Carlos Vermut, que tras recoger el máximo galardón en la edición de 2014 vuelve ahora a optar a premio con “Quién te cantará“. El film arranca con el desmayo en la playa de Lila Cassen (Najwa Nimri) una cantante que vivió su momento de máxima fama 10 años atrás. Cuando despierta en el hospital ha perdido los recuerdos, sobre todo los de su identidad como artista, sus canciones y su capacidad sobre un escenario. A la vista del próximo relanzamiento de su carrera, su agente y amiga Blanca (Carme Elias) buscará la ayuda de Violeta (Eva Llorach), una fan de Lila que lleva años emulándola en un karaoke y que siempre la ha idolatrado.
Con “Quien te cantará“, Carlos Vermut se nos reconfirma como uno de los directores más interesantes del panorama cinematográfico español. Con una historia sobre el papel menos compleja que la de la anterior “Magical Girl“, vuelve a imprimir su personalidad en cada plano, dejando que sus personajes y las situaciones que les plantea atrapen por sí solos al espectador, sin subrayados innecesarios, sin miedo a los silencios o escenas contemplativas que pueden resultar tan magnéticas como las cargadas de diálogo.
Y para ello cuenta con el pilar fundamental de un grupo de actrices portentosas capaces de aportar todos los matices necesarios a sus personajes. Desde una Najwa Nimri que regresa al cine desde la televisión para abordar la enigmática y frágil Lila, sombra de la carismática artista que fue, a Eva Llorach, a la que muchos ya conceden el Goya a la Actriz Revelación, como el su sucedáneo, una mujer que ha vivido como una triste copia de su ídolo que a través de la oportunidad de acercarse a ella acabará autoreivindicándose. Y tampoco olvidemos a Carme Elias o Natalia de Molina en el papel de la desagradable hija de Violeta.
Con ellas y una banda sonora que bebe tanto de letras propias como de las composiciones de Alberto Iglesias o de la canción de Mocedades que da título al filme, Vermut teje un nuevo cuento, oscuro y a ratos perverso, sobre la creación artística, la propia definición personal y la dicotomía del personaje público versus la persona íntima.
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