10 años después de haber codirigido “Nights and Weekends”, la actriz Greta Gerwig se lanza como realizadora y guionista de su debut en solitario. Y para ello pone el foco en las turbulencias de la adolescencia en un film con vocación de historia sencilla, estilo indie y reflexiones con humor sobre aquella edad en que la autodefinición personal puede convertirse en una montaña rusa. La jugada no le ha salido nada mal y su “Lady Bird” va acaparando nominaciones en esta temporada de premios.
Christine McPherson (Saoirse Ronan) es una joven de Sacramento que está terminando su paso por el instituto y no tiene demasiado claro su futuro. Sabe que quiere irse lejos de su ciudad, buscar una universidad en la otra punta del país a pesar de no tener un expediente académico destacable. Quiere hacerse llamar Lady Bird aunque su nombre real tampoco ha dejado gran huella en su entorno. Quiere vivir una historia de amor aunque no tiene demasiado ojo clínico para los chicos. Y sobre todo quiere perder de vista a su madre (Laurie Metcalf), aunque ella es el pilar de la familia y se ha matado trabajando para intentar salir adelante después de que su marido (Tracy Letts) perdiera el trabajo. En pleno torbellino de sensaciones adolescentes y con la ambición de querer cambiarlo todo, Christine acabará descubriendo la belleza de lo que ya es y lo que la rodea.
Greta Gerwig no nos cuenta nada que no hayamos visto ya cientos de veces. Sí es cierto que se aleja de lo más tópico de los retratos adolescentes centrados en las manidas historias de instituto y opta por un foco más íntimo y personal. Este es uno de sus aciertos, girar la historia hacia las aparentemente contradictorias decisiones de la protagonista y, sobre todo, hacia la difícil relación que mantiene con su madre.
Aquí se beneficia de contar con dos grandes actrices, Saoirse Ronan y Laurie Metcalf que bordan sus papeles, que acaparan la pantalla con sus escenas juntas y que han puesto nombre a dos de las cinco candidaturas de la película a los Oscar. Con ellas y un estilo narrativo sencillo, pero que juega en la dicotomía entre lo cotidiano y la sorpresa, el humor y el drama, entre lo normal y lo excéntrico, Gerwig no innova, ni sorprende en lo que explica pero si convence y emociona por cómo lo hace.
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