Tras ganar el premio de mejor opera prima de la Berlinale hace 4 años con “Güeros”, Alonso Ruizpalacios se estrena en Competición en el festival alemán. “Museo” cuenta con un elenco de estrellas latinoamericanas, entre ellas, en el rol principal Gael García Bernal, quien ha producido la película y Alfredo Castro, como su padre. Según el director, la película es una celebración de la cultura mexicana.

Narra un hecho real de los años 80. El increíble robo de más de 140 piezas del Museo Arqueológico Mexicano por dos jóvenes niños bien de una ciudad satélite de Mexico DF. Juan (Gael Garcia Bernal), un eterno estudiante con veleidades anticapitalistas, convence a su amigo Ben (Leonardo Ortizgris) para robar piezas mayas en el Museo. Lo que parece un juego para matar el aburrimiento, se convierte en una huida hacia adelante. Sin que conozcamos las verdaderas causas de algunas de sus acciones. Y en eso incide la narración. Una y otra vez escuchamos que solo los autores de los hechos saben el porqué e incluso a veces ni ellos.

Museo Alonso Ruizpalacios

Hay muchas cosas buenas en “Museo”. La apertura del film nos recuerda la difícil relación de Juan y quizá de muchos mexicanos con el Arqueológico. Juan niño recuerda horrorizado cómo se llenó el edificio, sacando los monumentos de su sitio original. Lo que parece motivar la venganza. Pero nada es tan sencillo. Cautiva la narración en off de los hechos por el amigo. Los momentos poéticos junto a cierta reivindicación de la identidad mexicana la alejan de la típica película de ladrones. Por poner un pero, me ha faltado ritmo y me ha sobrado metraje. Quizá sea que estamos ya en el octavo día del festival, pero los 128 minutos me han parecido excesivos.

Después de un largo documental y dos cortos premiados, la rumana Adina Pintilie se estrena con un largometraje de ficción y entra directamente en la Competición de Berlinale. La tercera de las cuatro mujeres directoras a concurso en este festival ha rodado en inglés “Touch me not”, una búsqueda personal de intimidad.

Touch me not

La propia directora se graba mientras enfoca e interroga a sus personajes. Laura (Laura Benson), una mujer que no consigue encender su propio deseo y para superarlo contrata a un prostituto, a una transexual y a un terapeuta sadomasoquista. O Tomas (Tomas Lemarquis), calvo desde los 13 años, enfermero del hospital y anclado en una relación terminada con una castigadora. Y Christian (Christian Bayerlin), un minusválido contrahecho que busca explorar su propia sexualidad.

En lo que narra es quizás la propuesta más extrema de la Competición. El juego visual aplaudible. Cierto, no he pestañeado. Me ha mantenido despierta. Pero tengo la sensación que juega a provocar. Y que el centrarse en la sexualidad de los personajes invalida la unión que la directora hace con su propia historia.

Y con dos películas más, cerramos nuestro paso por la Berlinale de este año:

Mug (Małgorzata Szumowska, 2018)

Twarz (Mug)
Tras la historia de Jacek (Mateusz Kosciukiewicz), un obrero aficionado al heavy metal cuya vida sufre un cambio crucial después de un accidente, hay una película donde conviven el drama y el humor negro, la ironía y la crítica a muchos frentes: el sanitario, la religión católica, la importancia del físico, la marginación de los diferentes, el papel de los medios de comunicación… Y todo contado de una forma dinámica que es capaz, por fin, de despacharse en hora y media.

In the Aisles (Thomas Stuber, 2018)

In the aisles Thomas Stuber
Unos grandes almacenes pueden semejarse a toda una ciudad para quienes los pueblan a diario: reponedores, operadores de carretillas, el jefe, el novato, la chica de la sección de dulces, Siberia… Y como en toda ciudad, los habitantes establecen sus amistades, sus pretensiones y sus pequeños entretenimientos. Casi ni siquiera importan los clientes, pero sí el orden y la caducidad de la mercancía. Entre fumar en la puerta trasera, aprender a conducir una carretilla y ordenar cajas, asistimos a la aventura de Christian; un empleado novato en el almacén, de pocas palabras y dispuesto a aprender, que poco a poco se irá integrando en el ecosistema. La rutina se convertirá en el leit motiv de su vida como forma de escape de un pasado menos ordenado y transparente y, quién sabe, quizá avance hacia un futuro esperanzador.

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