Llega al Romea la obra de Ramon Madaula Adossats, dirigida por Jordi Casanovas y que ya se estrenó en el Festival Temporada Alta de Girona a principios de Diciembre, y que hace un retrato sobre las relaciones familiares.
Adossats parte de la idea de intentar explicar qué es lo que nos une realmente, más allá de la consanguinidad, con nuestros familiares.
La historia nos sitúa en una urbanización de casas adosadas en el Vallès Oriental. Empieza el buen tiempo y tres generaciones de Jordis de una misma familia se reúnen en el jardín de la casa de Jordi Padre para celebrar el día del Patrón a la fresca.
Jordi Abuelo (Carles Canut), con 85 años, echa de menos a Conchita, la Abuela, que los ha dejado hace no demasiado tiempo, y se recupera de una operación de cadera gracias a las atenciones de Deisy (Marieta Sánchez), dominicana, que le hace compañía y le echa una mano en la casa.
Jordi Padre (Jordi Bosch) es el dueño, junto con Carmen (Rosa Renom) del adosado. Es funcionario con carné de partido, y estaba a la espera de un ascenso en el trabajo, que finalmente ha ido a parar a las manos de otro afortunado.
Jordi Pequeño (Guillem Balart) es hijo y nieto de los dos Jordis anteriores, y por su boca no sabemos demasiado de su personalidad, pero si hacemos caso de lo que opinan los demás, es un post-adoslescente vago y que no pega palo al agua.
Finalmente Joan (Ramon Madaula) es hijo, hermano y tío de los anteriores, artista incomprendido y de poco éxito que finalmente acaba de inaugurar una de sus esculturas en la rotonda de la población del adosado de su hermano, encargo importante para él, y que se acaba de separar de Irene, su mujer.
Las mujeres en esta obra parecen ser una mera comparsa al servicio de los hombre, que son los que desarrollarán sus reflexiones, preocupaciones y conflictos a lo largo del espectáculo. Las relaciones entre padres e hijos y entre hermanos sirven a Madaula para hablar, en clave de comedia agridulce, sobre el desconocimiento que habitualmente tenemos de los más cerca nos. La falta de comunicación, la frustración y los reproches de esta familia burguesa pretende ser un reflejo de una cierta parte de la sociedad catalana.
Francamente, es una comedia con momentos divertidos, con actuaciones correctas ( con mención especial a Jordi Bosch, que quizá gracias al histrionismo de su personaje se hacer ver mas, pero lo que hace, lo hace muy bien) pero no memorables, y que en el fondo tiene una idea anticuada de la familia (o de lo que se desprende que debería ser). Las carencias de las que habla, la incapacidad masculina para la comunicación y la competitividad entre hermanos, aunque puedan ser reales y reconocibles, suenan a mil veces vistas y explicadas, provocando, al menos en mi caso, una cierta desconexión de lo que intentaban trasladarme. Esta tragicomedia de tintes costumbristas aprovecha para hablar de las pequeñas cosas, no se ocupa de grandes conflictos ni de dramas extraños, y por esta proximidad y universalidad de temas debería acercarnos más a aquello de lo que habla, sin embargo, no acaba de conseguirlo, no nos refleja del todo en su espejo.
Lo más destacable que consigue transmitir es la soledad a la que todos, incluso estando a veces acompañados, parece que nos enfrentamos tanto si queremos como si no.
Comedia amable, pues, sin más trascendencia, que entretiene y hace reflexionar un poco al mismo tiempo.
Dirección: Jordi Casanovas
Intérpretes: Jordi Bosch, Carles Canut, Rosa Renom, Marieta Sánchez, Guillem Balart, Ramon Madaula
Teatro: Romea
Fechas: Hasta el 18 de febrero
Precios: Entre 14 y 30€
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