La sustancia del mal

2017-11-11

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El italiano Luca d’Andrea, autor de la trilogía juvenil “Wunderkind”, se lanza al género del thriller en una historia ambientada en su tierra. Una obra que estructuró en sólo cuatro meses, de la que ya ha vendido los derechos para una serie de televisión y que se ha editado en 31 países. “La sustancia del mal”, ¿es realmente el thriller del año?

Jeremiah Salinger es un joven documentalista que ha hecho fortuna con un par de series rodadas con su compañero Mike. Cuando conoce a Annelise y decide casarse con ella se trasladará a vivir al lugar natal de ella, el pueblo de Siebenhoch, en la región alpina del Bletterbach. Allí descubrirá unos terribles hechos que ocurrieron 30 años atrás, en 1985, el cruel asesinato y mutilación de tres jóvenes, Evi, Kurt y Markus, durante una histórica tormenta de nieve. Un crimen que obsesionará a Jermiah hasta que consiga descubrir la verdad, aunque ponga en peligro la tranquilidad de la zona, su familia y su propia vida.

Aunque el libro se haya publicitado como “el thriller del año“, es en su tratamiento de los personajes y de un lugar tan específico, donde el autor consigue las mejores virtudes de su novela. “La sustancia del mal” se toma su tiempo antes de entrar en la investigación del crimen, y de hecho comienza de forma muy diferente, porque es importante que conozcamos bien a Jeremiah Salinger ante todo. Y de hecho, son las páginas dedicadas a su trayectoria, sus relaciones familiares, sus motivaciones y sus miedos, las que más me han interesado del libro.

Pero esta es también una obra que ha sabido elegir un lugar especial donde ubicarse y sacarle partido. Luca d’Andrea consigue hacer de este escenario de los Dolomitas italianos el personaje más punzante del libro. Una zona con sus tradiciones, llenas de rudos hombres del servicio de rescate de montaña, de mujeres atrapadas por sus silencios y una naturaleza a la vez magnética y con una fuerza implacable. Las acciones que tienen lugar sobre el terreno de tierra y hielo de las montañas adquieren una viveza casi audiovisual.

En este sentido, el libro bebe del mejor del estilo de la novela nórdica. Incluso en el sentido de que si los puntos a favor son la localización y la construcción de los personajes, lo que adolece es el crimen y su resolución, seguramente lo que lleva muchos lectores a coger un libro como este. La investigación de los crímenes del Bletterbach queda siempre supeditada a las acciones del protagonista y sus demonios (algunos expresados con fórmulas demasiado repetidas). Con giros repentinos, una investigación no demasiado interesante y una resolución al final bastante increíble y atropellada, el quién mató a Evi, Markus y Kurt acaba siendo el elemento más flojo de las 470 páginas del libro.