Su aparición en “Capitán América: Civil War” lo convirtió en una de las estrellas del show. Pocos minutos de metraje pero tan acertados que la esperanza volvía a los seguidores del personaje, después del fiasco que supuso la versión de Andrew Garfield. “Spiderman: Homecoming”, producción de Sony con enormes dosis del toque Marvel, es una película correcta que a la vez se siente vacía y sin alma, como si el piloto automático con el que empiezan a hacerse las producciones Marvel empezase a tocar techo.
En “Spiderman: Homecoming” no hay historia de origen, no hay tío Ben ni picadura de araña ni primeros pasos con los poderes. Peter Parker es un Spiderman inexperto pero que ya ha vivido algunas aventuras y ha interactuado con los Vengadores. Es un chico ansioso, inseguro y con un exceso de ganas, y todo ello se refleja en su personalidad como héroe. Sus ansias por hacer el bien lo llevarán a cruzarse en el camino de Adrian Toomes (El Buitre), un criminal que construye armas a partir de tecnología extraterrestre y que utiliza unas enormes alas mecánicas.
“Spiderman: Homecoming” nos acerca a un episodio más en la vida del personaje, y así se siente uno al terminar la película, como si hubiese leído el enésimo tebeo mensual protagonizado por Parker, sin que haya nada demasiado épico que llame la atención. Sí, el Peter Parker / Spiderman de Holland está muy acertado, muy cercano a las versiones del comic (sobre todo a la versión Ultimate) y el Buitre / Toomes de Keaton es posiblemente uno de los mejores villanos que se ha sacado Marvel de la manga (y eso tampoco es decir mucho, porque los villanos son el punto más flojo de las películas de superhéroes). Pero el resto acompaña a medias: Laura Harrier no interesa demasiado como Liz Allan, Zendaya aporta poco a pesar de la sorpresa cuando nos enteramos de quién se trata, ni Tony Revolori resulta mínimamente interesante como Flash. La película está bien orientada en su intención de convertir la historia de Parker en una historia de instituto ochentera pero naufraga al hacerlo porque las interacciones son superficiales. Se salva Batalon como Ned, el amigo friki de Parker, que bebe como el resto de personajes más del Spiderman Ultimate que del Spiderman de toda la vida, elección inteligente cuando quieres dirigir la película al público más joven o adolescente.
¿Y qué decir de la inclusión continua del universo Iron Man? Pues que inevitablemente es un lastre. La película debería ser de Spiderman, no de lo que Spiderman puede o no puede hacer gracias a Stark, ni de lo que Spiderman es o no es gracias a su inclusión en Los Vengadores. Y aunque el film quiere hablar de eso no lo consigue porque presta demasiada atención a los chistes, a las llamadas al teléfono de Stark, a los mil gadgets que tiene el traje. Sólo en la media hora final, cuando tenemos a Peter Parker luchando contra el Buitre, salvando la ciutat, todo voluntad y esfuerzo, vemos reflejado en la pantalla lo que es Spiderman y lo que debería ser siempre, con independencia de todo lo que le rodea.
“Spiderman: Homecoming” no es una mala película, de ninguna manera. Iréis a verla y probablemente no entenderéis qué es lo que me molesta de ella, porque es divertida, se pasa un buen rato y termina como empieza, sin hacer ruido. Y eso es lo que me molesta de ella, que a los tres minutos me he olvidado de lo que pasaba, a los tres minutos ya no sabía si había visto una película de Spiderman o de Iron Man o de los Vengadores, a los tres minutos este “Homecoming” me sabía un poco a despedida.
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