Laura y Carlos se aman como si cada día fuese el último, y quizá esa misma intensidad del primer amor es la que los separará un año después.
¿Por qué, aunque nos quejemos de ellas, las comedias románticas que más nos gustan solo cuentan el inicio de una pareja? ¿Por qué, cuando alguien empieza a salir con otra persona, lo primero que se le pregunta es “cómo os conocisteis”? ¿Por qué nos incomoda tener que ser testigos de las muestras de pasión bucal de otros?
Esteban Crespo, nominado al Oscar por su corto Aquel no era yo, se convierte en autor de Amar donde intenta dar cabida a todas estas cuestiones íntimas de una pareja en descubrimiento del primer amor. Desde un primer momento se plantea al público que podrá acceder a todos los momentos incómodos y tensos de una joven pareja de adolescentes que intentan seguir sus propios caminos a la vez que intentan juntarlos. Pero pasa lo que uno ya se puede esperar: que se queda a medias. Y a la audiencia no acostumbra a gustarle que le vendas en un momento inicial que vas a arriesgarte a mostrar todo lo que nunca se había visto en una película sobre amor adolescente; y después acabar sucumbiendo al orgullo y timidez de querer ir más allá.
La pareja en cuestión está formada por María Pedraza y Pol Monen, quienes encarnan a Laura y Carlos, una pareja que está viviendo su pasión inicial pero que, por cuestiones externas al amor, deciden separarse y darse espacio. Y aunque vemos el punto de vista de ambas partes y podemos llegar a comprender el motivo de sus acciones, al final todo se reduce a que el público tome partido de la decisión final, a posicionarse en el lado de uno u otro, queriendo lo mejor para ella o él por encima de lo que quiera el restante. Así, lo que se nos vende como una historia de amor definitiva, como una mirilla hacia lo más íntimo de un viaje solo para dos, acaba siendo un debate en el que solo nos podemos decantar y/o salvar por/a uno de los dos, por lo que no hay nada de tristeza al verlos distanciarse (de hecho, uno llega incluso a desearlo).
Aun así, y dejando de lado un guión que trasciende entre lo más independiente y lo más vendible, las interpretaciones y la dirección del propio Crespo suben bastante el nivel y la hacen, cuanto menos, entretenida. Maria Pedraza demuestra ser mucho más que una simple instagramer famosa en su debut cinematográfico, con una gran actuación que mejora aún más cuando comparte escena con la versátil Natalia Tena, quien interpreta a su joven madre. La intervención de algunos secundarios de lujo también se agradece.
Amar es, pues, una tragedia romántica a la vieja usanza: con su pasión, su conflicto separador, sus reproches y sus dramáticos resultados. Totalmente visible y para algunos recomendable, con una alta probabilidad de ser parte de las secciones noveles de los próximos premios Goya.
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