Para Tim Templeton, su vida es perfecta gracias al triángulo que forman con su madre y su padre. Pero todo cambia cuando tiene que hacer sitio a un nuevo bebé con traje y maletín que es lo que parece: un bebé jefazo.
Sinceramente, tal y como está la cartelera actual de películas de acción real, la animación es el único lugar en el que un alma cinéfila perdida puede encontrar ideas buenas y originales. Serán mejores o peores pero, como mínimo, son diferentes. Aún siguiendo los patrones arquetípicos con los que cuenta cualquier guión comercial, ahora mismo la animación es el único campo que sigue a salvo de refritos y de las pocas ganas de innovar y arriesgarse. Incluso las sagas con infinitas secuelas siguen teniendo planteamientos episódicos únicos.
Dicho esto, la idea de El bebé jefazo es, cuanto menos, original y diferente a cualquier cosa que hayamos visto. A nivel cinematográfico no tiene punto de comparación con una producción de Pixar, por ejemplo. Pero si lo que se intenta es plantear algo que llame la atención y mantenga enganchado al espectador durante una hora y media de entretenido y disfrutable metraje, en este film se ha conseguido con creces.
Desgraciadamente, en esta crítica no podremos comentar al cast original de voces, puesto que la versión visualizada fue la española. Aun así, el hombre seleccionado para asumir el papel de Alec Baldwin, José Coronado, hace un muy buen trabajo como voz del titular de la película. Su doblaje aporta una gran personalidad en la voz que, comparando ni que sea con los tráilers, es casi mayor que la del original. Sin más voces que nos suenen de la imagen real, el resto de ya conocidos dobladores hacen un muy buen trabajo, siempre superando las versiones americanas.
En resumen, El bebé jefazo es una película simpática, original e, incluso, emotiva. No es de lo mejor del cine de animación, pero es un soplo de aire fresco y una muestra más de cómo este arte cinematográfico que se considera inferior va, en realidad, varios pasos por delante de la imagen real. Esperemos no tener que recurrir siempre a la animación para poder disfrutar de buen cine innovador.
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