David Cirici ha ganado el premio Sant Jordi 2016 con una novela muy cercana a la actualidad, con un punto de intriga y mucha emotividad.
Ernest, un publicitario de éxito y entusiasta de los placeres de la vida, navega con su velero entre las islas de Patmos y de Icaria en compañía de su hijo de siete años Marc, de su pareja Sophie y del pequeño Max, hijo de Sophie. Hace mala mar. Cuando empieza a ponerse el sol, el velero topa con los restos de un naufragio y Marc cae al agua. Así empieza la historia. El lector seguirá la investigación desesperada del padre, el sentimiento de culpa y la crisis que lo lleva a las puertas de la locura. Y seguirá, en paralelo, la aventura del hijo, que la noche misma del accidente es rescatado por una lancha cargada de familias de Siria y la Afganistán que intentan llegar a las costas de Samos. Sin que nadie lo sepa, el pequeño Marc vivirá la aventura incierta de los refugiados.
David Cirici retrata el drama de los refugiados y lo vincula con el drama de una familia que ve como su hijo desaparece. Dos tragedias, una individual y una colectiva, que acaban vinculadas. Esta relación que puede parecer en algunos momentos excesivamente ficticia, sirve al autor para describir el complicado destino que viven las personas que están llegando a Europa buscando refugio. Es muy interesante el dibujo que se hace de esta vida desde el punto de vista del niño que cae al agua. Hay que aplaudir la detallada descripción que se hace el trabajo de los voluntarios y el papel de la prensa en este gran problema. Los objetivos suenan loables y en cierto modo están muy conseguidos. No puedo evitar preguntarme porqué es necesario utilizar una historia que nos puede resultar más cercana (el drama de unos padres que han perdido su hijo) para explicar la complicada situación que viven los refugiados al llegar a Europa. En realidad, el interés global por el tema nos da la respuesta, así que hay que agradecer que David Cirici se haya molestado en construir una trama novelesca para hablarnos de cosas más interesantes.
El estilo de Cirici es detallado y destaca cuando se dedica al tema que realmente lo interesa: la crisis de los refugiados. Las escenas relacionadas con los padres del niño desaparecido son menos interesantes: su drama es emotivo pero el drama global es más sobrecogedor. Eso sí, todo el rato nos preguntamos si la familia se reencontrará, en una evolución de la intriga muy conseguida.
“El séptimo ángel” es una novela muy interesante, sobre todo por el tema, que destaca por encima de su trama. Es un libro interesante y el único aspecto negativo es que sería mucho mejor si se adentrara todavía más en el drama que presenta.
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