Raúl Prados debuta como director con la adaptación teatral de Ahogados, novela de Carlos Eugenio López, llevada ya a escena en varios países de Europa y ahora ha aterrizado en las salas de teatro madrileñas.
Ahogados es tu primera obra como director ¿por qué decidiste dirigirla?
Si, Ahogados es mi primera obra como director profesional, digamos (hice una codirección en la universidad y fue donde descubrí que me gustaba dirigir). El texto llegó a mí por un amigo del autor de la novela, me dijo que era un texto increíble que se había estrenado en teatro tanto en Francia, en Alemania, en Austria… entonces me pareció muy interesante que un autor español y que una novela, para mi muy interesante como es Ahogados, se estrenase en otros países y en España no. Enseguida decidí que debía, de alguna forma, ser yo el que la llevara a escena.
Es una obra con alto contenido político-social. ¿Te interesa en especial este tipo de teatro o también dirigirías una comedia romántica por ejemplo?
Me interesa mucho este tipo de temática; la otra obra que hice en la universidad también era de temática político-social. Me parece muy importante que el teatro hable de lo que pasa hoy en la sociedad, nos haga ver, nos haga partícipes de lo que está pasando y que no lo ignoremos. Vemos muchas veces al día noticias en el telediario pero luego nos vamos a comer, nos echamos la siesta y se nos olvida. Me parece importante que reflexionemos sobre ello y por eso me parece importante que se hagan obras de este tipo. Pero también dirigiría una comedia romántica; tuve en mente en su momento dirigir Descalzos por el parque, que no lo hice.
¿Te arrepientes de ello?
No, estoy muy contento con lo que tenemos y no me arrepiento. Igual en otro momento más adelante se montará o no, ya se verá.
En cuanto a la puesta en escena, otros directores han elegido escenarios diferentes para desarrollar la acción, como un coche, ¿por qué elegiste un cuarto de baño plastificado?
La novela sucede (son 180 o 190 páginas) en un viaje de Madrid al estrecho con el moro en el maletero. Por tanto, teatralmente me parecía muy complicado, muy estático; que fueran dos tipos en un coche todo el rato aparte de mimar cómo conduce… De modo que me parecía mucho más interesante empezar, hablándolo con el autor previamente, justo antes del viaje y por eso nos ubicamos en el cuarto de baño el cual tienen plastificado, cuidado para que no quede ningún tipo de prueba y estén seguros en su trabajo y donde ellos realizan sus fechorías.
Al principio los personajes parecen casi opuestos, cada uno con un punto de vista diferente al del otro pero según avanza la obra parece que no son tan distintos al fin… ¿por qué crees que se produce esto?
Muy buena pregunta. Para mí, más que por qué creo que se produce pienso que lo interesante es ver que realmente los dos personajes son parecidos en ciertos momentos lo que pasa es que nos enfrentamos ante los dos arquetipos: una persona que piensa mucho lo que hace, reflexiona y tiene moral (Jesús Gago) y otra persona que aparentemente no la tiene (Txabi Pérez). Este último es alguien muy seguro de sus ideas; que siempre lee todo lo que puede para justificar lo que él piensa, lo que él hace… Entonces, digamos que es una persona “culta” pero que realmente lo que hace es justificar sus barbaridades, su forma de vida pero solo en apariencia. Luego lo que a él le sucede es que tiene las mismas dudas que el otro personaje pero no se las quiere plantear porque no quiere llegar al sitio donde está el otro. Por eso hay un momento en la pieza en el que pasan a estar en el mismo sitio: llegan a un punto de encuentro que es la explosión del personaje tan aparentemente seguro porque empieza a dudar de cosas que no quería dudar y empieza a sentirse mal con lo que él hace. Esto, le crea a una dicotomía de no saber qué hacer con su trabajo.
¿Te gustaría interpretar a alguno de los dos personajes?
Sí, me gustaría hacer los dos. Yo soy mucho más el personaje de Jesús que es la persona que más moraliza, pero a la hora de hacerlo me interesaría mucho más hacer el personaje duro, el personaje de Txabi que no duda.
También se intuye que tienen antecedentes, que han estado en la cárcel y posiblemente ya hayan matado antes.
Si, esto no es la primera vez que les pasa, luego se montan ellos la película de por qué llegan los dos aquí. Para mí son un poco dos personajes perdidos de la vida. Uno creo que podría tener que ver con robos violentos o incluso con homicidios y el otro, que es una persona más tranquila, podría ser delincuente menos peligroso como un vendedor de droga, es un dealer, quizá ha matado pero accidentalmente.
Y para terminar ¿qué es un ahogado?
Para mí, todos somos ahogados. Un ahogado es una persona que no puede vivir como quiere por restricciones políticas, sociales, ideológicas, culturales, por diferentes tipos de explicaciones por las cuales no le dejan vivir como a él le gustaría. En este caso los ahogados, son los que intentan venir de África a España intentando buscar una vida mejor y no les dejan. Nosotros, los receptores de este texto, debemos cuestionarnos por qué eso ocurre y cómo podemos evitarlo.
En nuestra vida cotidiana también podemos sentirnos ahogados pero en distinto grado: cuando queremos trabajar y no hay trabajo o queremos, por ejemplo, opositar y no hay plazas por lo que de alguna forma nos están ahogando, nos están haciendo que poco a poco perdamos lo que somos y lo que queremos y seamos unas personas conformistas con la vida.
Podríamos entender entonces que en la obra los personajes ahogados son Txabi y Jesús y se refleja en los personajes que ahogan…
Exactamente, porque no pueden llevar una vida normal como a ellos le gustaría. El trabajo al que se dedican está muy bien para ellos porque les pagan mucho pero también están medio obligados por sus antecedentes a colaborar de esta forma con el país. Entonces sí, se sienten ahogados y de hecho para mí el final de la pieza retrata una felicidad trágica imaginándose que todo acaba. Que se ahogan y llega la paz para ellos de alguna forma.
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