“Tots ens movem! No pots quedar-te encallat eternament!”, dice el estribillo de una de las nuevas canciones de Manel. Y eso es precisamente lo que ha hecho desde sus inicios el grupo barcelonés: no quedarse en la zona de confort, sino experimentar hacia nuevos territorios sonoros. El pasado domingo 31 de julio presentaron en el Teatre Grec “Jo competeixo”, su cuarto disco, el más inquieto y arriesgado, que supone una notable evolución en su trayectoria, a la vez que conserva intactas las señas de identidad de la banda.
Manel se convirtió en “el grupo revelación de 2008”, como mencionan en la canción que da título a su nuevo disco, gracias a “Els millors professors europeus” y su sonido folk, lleno de ukeleles, banjos, violoncelos, violines y teclados acústicos, y unas letras que parecían frases de cuentos costumbristas. Dos años y medio después, en marzo del 2011, llegó su segundo trabajo, “10 milles per veure una bona armadura”, expandiendo su sonido con la aportación de nuevos instrumentos. Dos años después, volvieron a dar pistas de su carácter evolutivo, dejando atrás muchos elementos e instrumentos de sus anteriores trabajos y creando un disco más directo, con un sonido más eléctrico, una batería más potente y teclados más sintetizadores y menos acústicos. La banda parecía entonces querer huir de la etiqueta “folk costumbrista” que tantas veces les adjudicaron y estar en tránsito hacia nuevos horizontes creativos.
Y así han llegado a 2016, en el que presentan “Jo competeixo”. Gillem Gisbert, Roger Padilla, Martí Maymó y Arnau Vallvé han ido más lejos que nunca, con unas canciones plagadas de arreglos electrónicos e influencias latinas (“La serotonina”) y africanas (“Sabotatge”), atreviéndose tímidamente en algunos pasajes con otros estilos, como el rap o la cumbia. No obstante, Manel continua siendo Manel y en el Grec se comprobó que sus nuevas composiciones mantienen la personalidad de la banda. Manel siguen hablando de personajes cotidianos, familiares, atrapados en sus pequeños mundos y transmitiendo con éxito emociones a través de su particular visión de la realidad. Las singulares letras de Gisbert y su personal voz continúan estando en buena forma, así como el trabajo de los demás componentes del grupo.
Abrieron con “Les cosines”, inicio de su nuevo cd, una excelente introducción a su sonido actual con ese primer minuto de sintetizadores y guitarras. Después vinieron el resto de canciones de su último trabajo (entre las que destacaría “BBVA”, “M’hi vaig llançar” y “L’espectre de Maria Antonieta”), mezcladas con celebradas composiciones de sus anteriores discos, como “Boomerang”, “Ai, Dolors” y “Benvolgut”. Dejaron para los bises sus canciones más desmelenadas: “Jo competeixo”, “Teresa Rampell” y “Sabotatge”, que fueron ovacionadas con éxito por el público.
El cuarteto catalán sigue creando momentos mágicos de comunión con sus seguidores, gracias a su capacidad para elaborar irresistibles melodías pop, ahora de corte más electrónico y con mayor poder rítmico. Otra cosa es que quien escribe estas líneas crea que buena parte de sus canciones más redondas se hallan en sus dos primeros trabajos, que los mejores Manel se encuentran en los momentos de apelación calmada y melancólica de la nostalgia de aquellas canciones, como en “La bola de cristall” o “En la que el Bernat se’t troba”, y que pese a vivir un buen concierto, echara de menos “Al mar!” o “La gent normal”. Manel tiene pasado, presente y futuro, pero me quedo con su pasado.
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