El 21 de junio, Día de la Música, se publicó la gran noticia: la promotora Last Tour anunciaba que Arcade Fire daría el martes 5 de julio un concierto en la sala Razzmatazz de Barcelona, en el único concierto de la banda canadiense en este verano en un recinto cerrado y de aforo reducido. El sorprendente anuncio multiplicó las expectativas de sus seguidores de tal forma que las entradas se agotaron pocos minutos después de salir a la venta, el día 23 al mediodía.
La banda de Win Butler y compañía visitaran Barcelona por quinta vez (la primera en el Primavera Sound del 2005, todavía semidesconocidos, y posteriormente en el difunto Summercase, en 2007, en el Sant Jordi, en 2010, y de nuevo en el Primavera Sound, en 2014).
Considerados uno de los mejores grupos del momento, con cuatro álbumes a sus espaldas, su propuesta musical a caballo entre el pop más oscuro y barroco y el dance rock es adorada por millones en todo el mundo y sus épicos conciertos se convierten en comuniones generacionales de orgía melódica y alegría.
Sin duda, este concierto en la sala de barcelonesa es una oportunidad de oro para volver a disfrutar de sus inconmensurables clásicos, como “”Rebellion (Lies)”, “No Cars Go”, “The Reflektor” o “Wake Up”.
Antes de la banda de Montreal actuará Little Scream, el proyecto musical de la también canadiense Laurel Sprengelmeyer, que presentará su segundo disco de pop, “Cult Following”, producido por Richard Reed Parry, miembro de Arcade Fire, y en el que además de la banda protagonista de la noche, también han colaborado miembros de TV On The Radio, The National, Sufjan Stevens y Sharon Van Etten, entre otros.
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