El director malayo James Wan, artífice de Saw (2004) e Insidious (2011), vuelve con la secuela de Expediente Warren (2013), el film que le acabó de encumbrar como maestro del cine de terror moderno. Expediente Warren: El caso Enfield narra nuevamente una investigación real del matrimonio Warren, célebre pareja de parapsicólogos norteamericanos, que en esta ocasión deben viajar a Enfield, a las afueras de Londres, para hacer frente a un sonado caso de poltergeist y posesión demoníaca.
Ambientada siete años después del primer Expediente, ahora una familia humilde formada por una madre separada y sus cuatro hijos, es acosada por una presencia que reclama la casa como suya, volviéndose cada vez más visible y violenta, y Ed y Lorraine deberán investigar la veracidad de los hechos. Expediente Warren: El caso Enfield no innova ni ofrece nada nuevo al espectador, sino que exprime al máximo las posibilidades de su historia. Con menos poder de insinuación que su predecesora y una segunda hora menos destacable que la primera, el nuevo film de Wan está por encima de la media dentro de la producción norteamericana contemporánea de terror.
La realización de Wan, dinámica e inmersiva, con un buen uso de los travellings y una ideal selección de los encuadres, aporta una gran fuerza expresiva a las imágenes. La dirección artística, la banda sonora y el diseño de sonido contribuyen a recrear con gran acierto el escenario de los años 70 en el que se desarrolla la acción y, como ya ocurría en Expediente Warren, a dotarlo de una tensa y desconcertante atmósfera. También en esta continuación la fotografía corre a cargo de Don Burgess. Es su lúgubre composición es particularmente interesante el juego que realiza con las sombras, fundamental a la hora de elaborar las escenas más terroríficas.
La lúcida puesta en escena tiene reminiscencias de clásicos de terror de la época, como El exorcista (1975), Al final de la escalera (1980) y El resplandor (1980) y, como en aquellas películas, los sustos, por previsibles que sean, funcionan. Durante todo el primer acto y buena parte del segundo, donde se hallan un puñado de escenas memorables (desde aquí pido una película propia para “The Crooked Man”, dirigida por James Wan, por supuesto). Lástima que la historia va perdiendo fuelle en su parte central, quizás lastrada por la ausencia del colaborador habitual de Wan en el guión, Leigh Whannell, y la resolución de la historia es bastante rutinaria.
En cuanto a los actores, Vera Farmiga vuelve a estar fantástica como Lorraine Warren. A su lado, Patrick Wilson no desentona aunque se echa en falta algún matiz más en su composición. Además, su actuación no se beneficia de la floja trama relativa al matrimonio Warren, conservadora, llena de lugares comunes y con algunas escenas intrascendentes. Los demás intérpretes hacen un gran trabajo en sus papeles secundarios, especialmente Madison Wolfe, la revelación del film, con su interpretación de la niña poseída, en la línea de Linda Blair.
En definitiva, Expediente Warren: El caso Enfield es un nuevo paso en la labor de James Wan de revisitar el género desde sus formas más clásicas, con un ejercicio de estilo perturbador. Esperemos que tarde poco en llegar el siguiente caso (¿Amityville?) de los Warren. Si está al nivel de las dos primeras películas nos hallaremos ante una de las mejores sagas de terror de las últimas décadas.
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