Normalmente solemos asociar una película a su director, a sus actores o incluso a su banda sonora. No es tan común ligar un film a su guionista, pero cuando llevaba unos pocos minutos viendo esta revisión del personaje de Steve Jobs que hoy se estrena, me vino la inconfundible sensación de “esto es muy Sorkin”. Y, efectivamente, el estilo del escritor de “La red social” o “Newsroom” se nota y mucho en un largometraje que no quiere ser un biopic al uso de una de las grandes figuras de nuestros tiempos.
Afortunadamente lo consigue con creces, haciendo de esta “Steve Jobs” una aproximación mucho más interesante que la biografía protagonizada por Ashton Kutcher vista hace apenas dos años. Aquí el autor del libro biográfico Walter Isaacson y Aaron Sorkin plantean una historia en tres actos. Tres largas conversaciones mantenidas por Steve Jobs (Michael Fassbender), antes de tres presentaciones de algunos de sus productos, con personas clave de su vida: su inseparable responsable de marketing Joanna Hoffman (Kate Winslet), Chrisann Brennan (Katherine Waterston), madre de su hija no reconocida Lisa (Perla Haney-Jardine, Ripley Sobo y Makenzie Moss), su ex-colaborador Steve Wozniak (Seth Rogen), su técnico Andy Hertzfeld (Michael Stuhlbarg) o el directivo John Sculley (Jeff Daniels).
Con esta aproximación que nos lleva al backstage de lo que el gran público, nosotros mismos, veía de Jobs cuando este saltaba al escenario a presentar los productos que nos cambiarían la vida, la película consigue pasearse por momentos reveladores de la figura que retrata. Y no lo hace con intención de glorificar a un gurú, sino de mostrarnos un visionario cargado de defectos: su egolatría, la obstinación per no reconocer el trabajo de otros, la obsesión enfermiza por los detalles, la dificultad para las relaciones humanas y las heridas no cerradas por haber sido abandonado por sus padres biológicos.
“Por sus actos los conoceréis” decía el texto bíblico; aquí también por sus palabras. Y la palabra tiene un peso importantísimo en esta “Steve Jobs”. Pero hay que reconocer también los otros puntales que hacen de este un film recomendable. Por una lado, la batuta del director Danny Boyle, que consigue convertir un texto que podría ser muy teatral en un resultado muy cinematográfico. Sus planos juegan con los espacios, los rostros de sus protagonistas, los detalles y el ritmo para encontrar los contrastes que vehiculen su mensaje, lleno de claroscuros, persiguiendo el equilibrio entre lo grandilocuente y lo íntimo.
Y por otra parte, un planteamiento así no se sostendría sin unos grandes actores, y el film los tiene. Michael Fassbender acomete el tour de force que supone este Jobs construyendo otro gran papel para su irreprochable carrera. Pero no está nada solo, le acompañan una magnífica Kate Winslet dándole la réplica implacable en la única figura capaz de ponerle en su sitio, un Jeff Daniels que se erige en una trágica figura pseudo-paterna e incluso un Seth Rogen alejado de sus papeles habituales que consigue personificar los cadáveres que el ascenso de Jobs dejaba a su paso.
El libro de Walter Isaacson se vendió como la biografía definitiva sobre Steve Jobs, pero redactado sin la supervisión de este incluía algunas suposiciones de cosecha propia, después retocadas por la pluma de Sorkin y la cámara de Boyle. Pero en todo caso, “se non è vero, è ben trovato”, aunque no todo lo que nos explica la película sea del todo cierto, supone una interpretación interesantemente planteada y ejecutada de una figura clave de nuestros días.
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