El escritor igualadino Josep Sampere vuelve a convocar a los fantasmas en Aquesta nit no parlis amb ningú! (con signo de exclamación) y lo hace en connivencia con Malesherbes, el mejor proyecto editorial en catalán de los últimos años.
Aquesta nit… es un larguísimo relato corto sobre los rostros del miedo que se sirve de una gustosa pulcritud literaria y de un respecto religioso por las convenciones del género de terror, que el autor sublima traspasando sus confines. Protagonizado por dos hermanos y el padre de ambos, cuenta la historia del desamor de todos ellos con el sexo opuesto. Óscar es un talentoso y ya-no-tan-joven actor en horas bajas que se dedica a hacer monólogos en grandes teatros de ciudades pequeñas. Los suyos, sin embargo, no son monólogos de humor, sino de terror. Y cada vez que se sube a un escenario, Óscar invoca con sus palabras el espíritu de una ex amante que le hace la vida imposible, a él y a su familia, como castigo por haber deseado más que cuanto ella le podía ofrecer: es la singular gira de terror de un fantasma teatral con nombre de centro de todas las cosas (Diana) que hará lo imposible para vengar su honor perdido.
Con la misma seguridad que exhibían Montalbán o Sciascia en sus incursiones en la novela policíaca, Sampere convierte los preceptos del género de terror en valiosos activos de complicidad para con el lector y, a partir de allí, despliega una narración maravillosamente austera sobre la intimidad de los propios temores y de cuanto de ellos se deriva: de la nostalgia, de la angustia, de los deseos inalcanzables. Acompaña a todo ello el acierto del autor de prescindir de la trampa cansina de la ironía autocomplaciente (e incluso burlesca) de quienes confunden la legítima subversión de un género con la mera inversión de sus pautas, transformándolo todo en una comedia de sencillísima digestión.
La obra de Sampere, pues, desafía a los descreídos a repetir su hazaña y escribir una novela de miedo que dé miedo, y de paso repara parte de este desagravio que es el silencio inexplicable que sufre la literatura de terror en catalán. Obligada mención merece el insólito (y ultramundano) instinto editorial de Malesherbes, que con tan solo cinco años de vida y apenas treinta títulos publicados, ha adquirido la categoría de referente indiscutible en la promoción y reivindicación de autores del panorama literario catalán.
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