En la presentación del álbum ‘Wallflower’ en Barcelona, entraste en escena después de que lo hicieran el guitarra, el violín, el teclado, el contrabajo y el batería. Lo hiciste con un posado tímido, incluso diría que discreto, y te sentaste al piano mientras la platea y el anfiteatro retumbaban con aplausos. Esto sin ni siquiera haber empezado! Y, de repente, se hace el silencio. Y tú, que tumbas la cabeza, y te recoges el pelo, y nos diriges unas palabras para presentar a los artistas que te acompañan y la gira que te llevará por las grandes capitales europeas, de Estados Unidos, de Asia y de Oceanía.
También presentas cada uno de los temas antes de interpretarlos. Hablas con voz baja y deprisa, algunas palabras se pegan, y saltas de una cosa a la otra, de un recuerdo a una anécdota, mientras tus dedos saltan de un fragmento musical a otro (Moon River, Blue Moon,…). Eres juguetona y el piano se te lleva. Se nota. Lo sé. Lo veo porque lo he vivido. Cuando encuentras tu instrumento, la seducción es mutua y la música surge de esta unión casi mística. Quizá sea ésta la razón del magnetismo y la sensualidad con que cautivas a tu público y conviertes un auditorio inmenso, lleno hasta la bandera, en un espacio intimista, como si fuera la sala de estar de tu Nanaimo natal, con cuatro radios de anticuario iluminadas y una constelación de micrófonos suspendidos en el aire.
Tu jazz flirtea con el tango, la bossanova y el country como quien no quiere la cosa. Tu magia transforma grandes temas –California Dreamin’ de The Mamas & the Papas es casi una canción de cuna- y, contigo, la partitura If I take you home tonight de Paul McCartney deja de ser inédita. En el concierto hay un momento para todo, para que cada uno de los músicos pueda explayarse con libertad y brindarnos solos magníficos, para desnudar tu arte al piano en solitario, para reencontrarte con tus admirados Nat King Cole, Tome Waits y Sinatra, para mirar atrás y pasearnos por el maravilloso Boulevard of broken dreams, hacernos volar hasta la luna (Fly me to the moon) y recordarnos que We just couldn’t say goodbye.
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