Hay días en que te sientas en tu butaca en la sala de cine y pasado un rato te preguntas: ¿porque? Hoy no ha sido un buen día cinematográficamente hablando: una especie de porno light cubano en “El rey de la Habana”, la crueldad del destino en “Moira”, la figura materna en “Mountains may depart” y el despropósito sobre ETA de Uribe en “Lejos del mar”.

EL REY DE LA HABANA

Reinaldo, tras fugarse de un correccional, trata de sobrevivir en las calles de La Habana de finales de los 90, una de las peores décadas por la sociedad cubana. Esperanzas, desencantos, ron, buen humor y sobre todo el hambre, lo acompañan en su deambular, hasta que conoce a Magda y Yunisleidy, también supervivientes como él. Entre los brazos de una y otra, intentará evadirse de la miseria material y moral que lo rodea, viviendo hasta el límite del amor, la pasión, la ternura y el sexo más desvergonzado.

El director Agustí Villaronga ha tratado de retratar “los sin voz” de Cuba en “El rey de la Habana”, a través del relato homónimo del periodista cubano Pedro Juan Gutiérrez. La novela funciona como “fresco” de la década de los 90, una de las peores etapas para la población de la isla.

El rey de la Habana

Villaronga, ganador de nueve premios Goya con la cinta “Pa negre”, ha viajado hasta la República Dominicana, donde se ha rodado esta cinta, para recrear en la gran pantalla la dificultad de las clases más bajas de La Habana y, según aseguró el cineasta durante la rueda de prensa, “esta no es una realidad inventada en absoluto”, sino una sociedad que “no es la que se ha visto normalmente”.

Sinceramente no se como Agustín de Villaronga ha pasado de rodar “Pa negre” a “El rey de la Habana”. También me cuesta entender que hace este film en la Sección Oficial del Festival. Entiendo que Villaronga ha querido mostrar como en aquella época dura de Cuba el sexo era lo único libre que les quedaba a sus habitantes inmersos en la pobreza, pero la manera de mostrarlo con una especie de “porno light” le hace perder fuerza, la credibilidad y que el espectador se pierda entre “folleteos” y penes desproporcionados.

Moira

MOIRA

Tras salir de prisión, Mamuka trata de sacar a su familia de la pobreza. Su madre trabaja en el extranjero, su padre está en silla de ruedas y su hermano, parado, se siente atraído por la compañía de delincuentes. Gracias a un préstamo, compra un pequeño barco de pesca. Está dispuesto a trabajar y hacer que su madre regrese. Los dos hermanos bautizan el barco como Moira, una diosa del destino. Un destino que es ciego y despiadado.

“Moira”, que cuenta en su reparto con los actores Paata Inauri, Giorgi Khurtsilava, Zaza Magalashvili, Ketevan Tskhakaia, Jano Izoria, Ani bebía, aborda ciertos temas sociales propios del país de los Balcanes pero que se pueden encontrar en cualquier otra parte del mundo. “Moira” no explica nada nuevo. Hemos visto un montón de veces historias de personas que buscan salir del pozo y el destino es implacable con ellos. La película dirigida por Levan Tutberidze es formalmente correcta, con un ritmo adecuado, bien interpretada y sin cargar con el drama. Por desgracia una vez vista, pasa a la lista de los films pasables y basta.

Mountains may depart

SHAN HE GU REN / MOUNTAINS MAY DEPART

Esta nueva Perla del Festival nos lleva a la China de finales del año 1999. Dos amigos desde la infancia, Zang y Liangzi, festejan a Tao, una joven de Fenyang. Zang es propietario de una gasolinera y tiene un futuro prometedor. Liangzi trabaja en una mina de carbón. Tao tiene el corazón dividido entre los dos, pero deberá tomar una decisión que marcará su vida y la de Dollar, su futuro hijo. Desde una China en pleno cambio a una Australia como promesa de una vida mejor, la película sigue las esperanzas y amores de estos personajes.

“Mountains may depart” muestra una saga familiar en tres tiempos – marcada por el uso de tres anchos de imagen y nos lleva desde China de finales del siglo XX hasta la Australia de 2025, dibujando una lúgubre crítica al proceso de deshumanización que sufren las sociedades capitalistas.

Zhangke Jia nos trae un melodrama. “Mountains may depart” es muy diferente que “Un toque de violencia” y aunque la crítica la está adorando yo no he terminado de entrar en ella. La he encontrado con demasiados puntos sin resolver y excesivamente lenta. Los saltos de tiempo hace que cueste recuperar a los personajes pasado los años y quizás el más desconcertante es el tramo final, el del futuro.

Lejos del mar

LEJOS DEL MAR

Santi sale de la cárcel y viaja al sur para visitar a Emilio, un antiguo compañero de celda que arrastra una enfermedad terminal. La casualidad hace que tropiece con Marina, la doctora que atiende a su amigo, con quien Santi tuvo un encuentro terrible hace muchos años y que ha marcado desde entonces la vida de ambos. Este reencuentro les hará revivir los horrores del pasado.

Que te aplaudan un film durante una proyección de San Sebastián no siempre es positivo y menos cuando va acompañado de risas – normalmente “jojojo”, así con la letra O- y resulta que tú querías hacer un drama. Esto ha pasado hoy con el film de Imanol Uribe. “Lejos del mar” quiere hablar del perdón en la figura del terrorismo de ETA. Lo hace con dos intérpretes muy solventes como son Elena Anaya y Eduard Fernández pero les toca defender, sobre todo a ella, unos personajes con tan poca coherencia que ha acabado haciendo reír. Una pena.

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