Después de días de dramas y comedias más o menos al uso en un certamen festivalero, hoy ha llegado la hora de remover un poco la sección oficial con propuestas más diferentes, desde un paranoico retrato social hasta una cinta japonesa de animación. También ha sido el día de cumplir con nuestra cita anual con Woody Allen.
HIGH-RISE
Abriendo la competición de hoy llegaba el director Ben Wheatley (“Kill list“) dispuesto a sacudir la sección oficial con una distopía histriónica que adapta libremente la novel.la homónima de JG Ballard “High–Rise” publicada en 1975. Con un planteamiento futurista entonces, la historia adquiere una temible actualidad vista hoy.
El film nos presenta al doctor Robert Laing (Tom Hiddleston), cuando éste se traslada a vivir a un imponente bloque de apartamentos. Un bloque que cuenta con su propio gimnasio, squash, piscina o supermercado y donde los diferentes inquilinos viven en diferentes pisos del edificio según su estatus social. Justo por encima de Laing vive Charlotte (Sienna Miller). Un poco más abajo, el matrimonio formado por Helen (Elisabeth Moss) y Richard Wilder (Luke Evans). Y en la cima, en el ático, reside el arquitecto e ideólogo del bloque, Anthony Royal (Jeremy Irons) con su esposa Ann (Keeley Hawes). La vida más arriba da acceso a fiestas y privilegios que no están al alcance de los que viven más abajo, pero a medida que Laing comienza a relacionarse con sus vecinos, el orden que ha funcionado como un reloj se irá truncando y todo el sistema saltará por los aires.
Con un montaje y una fotografía vibrantes que beben mucho Kubrick o Terry Gilliam, una música capaz de pasar de un versión de Abba en un tema de Cat Stevens y una trama que una vez presentadas sus bases se desenfrena hasta volverse psicotrópica, la película remueve e incomoda al espectador. Y como ha ocurrido en el festival, algunos quedarán fascinados y otros horrorizados por la vorágine que Wheatley plantea. Pero en todo caso inquieta la validez de sus planteamientos sociales, de la lucha de clases y de la banalidad de las recompensas del ascenso social en un mundo de capitalismo devorador.
Aunque ciertamente a partir de cierto punto todo se va de madre y hubiéramos agradecido un tramo final que asentara la reflexión del film de manera más seguible sin dejar la sensación de que todo es una bizarrada, aplaudimos “High Rise” como la propuesta más arriesgada y original en lo que llevamos de certamen. Y también el trabajo de sus protagonistas, presentes hoy en San Sebastián aportando a la alfombra roja algo del poco glamour que vivirá este año; sobre todo Tom Hiddleston en un papel mucho más libre y alocado de lo que nos tiene acostumbrados.
THE BOY AND THE BEAST
Siguiendo con la sección oficial, hoy llegaba por fin el día en que se rompía una barrera, con la presentación en la lucha por la Concha de Oro de “The boy and the beast“, la primera película de animación que optará a premios en el festival donostiarra. La cinta la firma el japonés Mamoru Hosoda, que en su paso por San Sebastián ha querido defender ante la prensa que no debería existir la diferencia entre filmes de animación y de acción real.
La película narra la vida de Ren, un niño que tras la muerte de su madre tiene que ir a vivir con unos familiares. Pero él prefiere huir de casa y buscarse la vida por las calles de Tokyo. Un día se adentra en un callejón y por accidente va a parar a un mundo paralelo habitado por bestias. Allí, el líder de las bestias ha decidido dejar el cargo para reencarnarse en un dios y esto inicia una competición entre dos candidatos a ser su sucesor. Uno de ellos es una bestia respetada por los demás, con dos hijos y varios seguidores. El otro es Kamatetsu, una bestia malhumorada, poco sociable y sin aprendices. Este último acogerá a regañadientes a Ren en su casa y entre los dos se establecerá una extraña relación maestro-alumno, en la que ambos aprenderán cosas el uno del otro mientras se preparan para el gran combate sucesorio.
“The boy and the beast” es una historia tierna, entrañable y sencilla, contada como un cuento que explora las relaciones familiares, paternofiliales y el paso a la madurez, sin muchas complicaciones argumentales ni técnicas. En estos aspectos pone más énfasis que en grandes escenas de acción. El resultado es una cinta de animación bastante loable, aunque está claro que pierde las comparaciones por los que se empeñan en comparar todo producto de animación nipona con las obras del maestro Miyazaki.
EL APÓSTATA
Un apóstata es aquel que pide que se elimine todo registro suyo en una determinada religión. Y eso es precisamente lo que quiere hacer el protagonista de “El apóstata” del director uruguayo Federico Veiroj presentada también hoy a competición. Gonzalo Tamayo (Álvaro Ogalla) es un chico que ha decidido que no quiere seguir permitiendo que la iglesia le cuente como creyente católico y que dado que sus padres no le pidieron su opinión para bautizarle y él no ha seguido practicando el catolicismo, quiere que la iglesia de su ciudad elimine de sus libros su nombre y su partida de bautismo. Pero mientras vamos conociendo la vida de Gonzalo, su incapacidad para completar sus estudios, su relación con su vecina (Bárbara Lennie) y el niño al que da clases (Kaiet Rodríguez), la intimidad prohibida que comparte con su prima (Marta Larralde) y la falta de comunicación con su madre (Vicky Peña), veremos que la Iglésia no está nada dispuesta a ponerle las cosas fáciles para cumplir con su apostasía.
Veiroj realiza con “El apóstata” cine de estilo natural con un protagonista que debuta y una historia sencilla pero bien contada, aunque reincide en algunos temas y se deja otros para explorar. Pero en conjunto su cinta es una reflexión correcta y con un punto de gracia al girar en torno a un personaje y un núcleo social que no se compromete con nada pero que en cambio pone toda su convicción en querer deshacer un vínculo no elegido y casi anecdótico.
IRRATIONAL MAN
Y para cerrar la jornada, hoy asistíamos a la presentación de la última película de Woody Allen, que adopta un carácter más serio y trascendente que sus últimas, volviendo a un aire más del estilo de “MatchPoint“. Sus protagonistas son Jill (Emma Stone), una estudiante universitaria, y Abe (Joaquin Phoenix) un profesor de filosofía con ideas polémicas que llega al campus para impartir clases. Entre los dos se establece una conexión especial que pondrá en peligro la relación de Jill con su novio (Jamie Blackley) y que les plantará ante distintos dilemas morales.
La nueva película de Woody Allen supera de lejos sus ligeras e insulsas “De Roma con amor” y “Magia a la luz de la luna“, y aunque repite actriz con esta última, le da aquí a Emma Stone un papel más interesante y que funciona bien como contrapunto al que interpreta Phoenix. De su confrontación de caracteres e ideas sale lo más interesante del film, al que en todo caso le hemos echado en falta un poco más de sentido del humor. No se situará “Irrational Man” entre las obras magnas de Allen, pero queda en la media positiva de su cine más actual y para cuplir con nuestra cita anual con él, ya nos ha parecido suficiente.
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