“(…) ¿Es posible que en cuanto ha que andas conmigo no has echado de ver que todas las cosas de los caballeros andantes parecen quimeras, necedades y desatinos, y que son todas hechas al revés? Y no porque sea ello así, sino porque andan entre nosotros siempre una caterva de encantadores que todas nuestras cosas mudan y truecan, y las vuelven según su gusto y según tienen la gana de favorecernos o destruirnos.”
Bajo esta premisa Cervantina, Margarita Sánchez escribe Puntadas sin hilo cuestionándose todo aquello que vive y aquello que muere. Ya en su primera pieza, La antesala, nos lanzaba la pregunta de ¿a dónde vamos cuando dejamos de ser? Pero si en su obra novell nos mostraba su inquietud ante la muerte con el drama y el vínculo familiar, en la función que se puede ver en el Teatro Lara y lo hace a modo de comedia. Comedia gris ceniza casi negra…
Puntadas sin hilo parte de una pregunta: ¿comprarías una casa con el compromiso de no abrir nunca una de sus puertas? A partir de aquí la incógnita se agrava con multitud de hipótesis planteadas por los personajes y se aligera, por la risa que provoca, con las realidades que se van sumando a la historia.
Cierto es, volviendo a las palabras de El Quijote, que la autora quería dejar los interrogantes postrados en las sienes de los espectadores con una dramaturgia fragmentada imposible de hilar. Sin embargo, la compañía tenía la necesidad de unir estas situaciones inconexas para presentar una obra lineal y más inteligible. Ambas acciones son efectivas en escena a pesar del riesgo diferencial entre una y otra.
El juego corporal de José Piris está presente durante toda la función. Su puesta en escena es sencilla y cuidada con poco atrezzo que según su utilidad evoca a un objeto y escenario distinto. También, nos permite ver las entrañas del teatro acostumbradas a ser escondidas: un espacio escénico delimitado por una cinta de carrocero, los actores cambiándose delante de nosotros para interpretar a una suma de cinco personajes…
El engranaje de la compañía funciona del todo con el trabajo de los versátiles actores. Aquí es cuando podemos decir que la dramaturgia y la dirección repercuten en ellos. El misterio agonizante de no poder abrir una puerta en tu propia casa o el empleo de la comicidad con repeticiones o con la ironía dramática consiguen un gran nivel de atención en el espectador.
Finalmente, les invito a acercarse al barrio de Malasaña para dejarse llevar por una caterva de encantadores que tienen gana de favorecerlos con carcajadas.
Como video de cabecera es ofrecemos el publireportaje de la obra que han hecho nuestros compañeros de “Qué hace un teatro como tú en un sitio como este“.
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