Cuatro años después de su fallecimiento, el nombre de Amy Winehouse vuelve a resonar gracias al nuevo documental sobre su vida y muerte. “AMY, la chica detrás del nombre” expone la trayectoria profesional de la cantante desde sus propios ojos haciendo uso de videos caseros inéditos.
No es de extrañar que Asif Kapadia se haya interesado en la cantante de soul para su nueva película. Y es que la vida de Amy Winehouse, pese a su brevedad, es sin duda alguna digna de documentar.
El documental ofrece una aproximación honesta y personal al recorrido de la estrella que se extinguió demasiado pronto, desvela lo que se esconde tras la historia que todos conocemos. Por primera vez, quedan expuestos los demonios de la voz más poderosa y polémica de la última década.
La pretensión del documental es mostrar que la cantante y compositora fue mucho más que sus errores. Exhibe un alma sensible que no supo encontrar la manera de encajar los golpes de la vida: el padre que la traiciona y exprime continuamente (y que lo sigue haciendo), la fatal relación tóxica y abusiva con su marido y la ausencia de amistades desinteresadas. Detrás de su tragedia aguarda una persona extraordinaria y un genio musical.
Conocemos a una Amy depresiva e insegura que se alía a las substancias desinhibidoras para escapar de una realidad desagradable.
Es de agradecer que el largometraje no resulte ser una excusa más para sacar dinero de la desgracia de la chica. Esta película revela una perspectiva sincera del difícil nexo entre arte y fama. Un cautivador testimonio sobre la letal espiral de la adicción y el placer de la autodestrucción.
El espectador, fan o no de la cantante, no puede sinó conmoverse ante la innegable relación visceral que Amy mantenía con la música. Un tipo de vínculo totalmente excepcional en la industria actualmente.
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