El cine de los 80 se ha convertido en fuente de inspiración y copia despiadada del Hollywood actual. Ahora le llega la hora a “Terminator” con este reboot “Terminator Génesis” que coge el original, elige lo que lo hizo destacar y después lo complica hasta el agotamiento.
Cuando John Connor, líder de la resistencia humana, envía el sargento Kyle Reese en 1984 para proteger Sarah Connor y salvar el futuro, un giro de los acontecimientos inesperado crea una línea temporal fracturada. Ahora, el sargento Reese se encuentra en una versión nueva y desconocida del pasado y es que Sarah Connor está muy lejos de ser una camarera asustada.
Que en la meca del cine están, últimamente, un poco escasos de ideas nuevas es un hecho más que es evidente. Repescar éxitos pasados con reboots, secuelas, precuelas y secuelas de las secuelas es, ya, un hecho demasiado habitual. Y ahora le toca a uno de los clásicos de la ciencia-ficción de los 80, “Terminator”. Por eso han puesto detrás de la cámara Alan Taylor, un cineasta indie reconvertido al blockbuster con “Thor: El mundo oscuro” para encargarse de volver a la pantalla la lucha eterna entre humanos y *Skynet.
La táctica de “Terminator Génesis” es fácil. ¿Qué era el que más molaba de “Terminator” y “Terminator 2”, los dos films de la saga de más calidad? Está claro: el T-800 o sea, Arnold Schwarzenegger, el T-1000 de aleación metálica mimética, Sarah Connor, Kyle Reese y, por supuesto, los viajes en el tiempo para cambiar la historia. A partir de aquí se hace la receta: dos de T-800 (si un mola, dos todavía más), uno de T-1000, dos viajes en el tiempo y mucho de echar más leña al fuego.
Reconozco que, desde el punto de vista nostálgico, puede tener un poco gracia la película, pero, que os queréis que os diga, el original es el original y no por complicarlo mucho, hasta el agotamiento, se mejora lo que ya estaba bastante bien. Para empezar Sarah Connor es y será siempre Linda Hamilton y Emilia Clarke, por muy “Khaleesi” que sea, no le llega a la suela del zapato. El nuevo Kyle Reese (Jai Courtney) parece un niño bien que no ha visto una guerra ni por la tele y le falta aquel aspecto de acumulación de experiencias vitales que tenía Michael Biehn. Y Arnie, es Arnie, y está bien que se tome a broma su Terminator “viejo pero no obsoleto”, pero cuando la misma gracia se repite una vez y otra vez, deja de ser efectiva. A partir de aquí el mareo de la trama es un exceso. Este quererlo hacer todo más grande: con más viajes, más giros, Terminators más complejos, Skynets, Genesys, un montón de mensajes del pasado a recordar, acaba agotando el espectador que no sabe en qué línea temporal vive.
Compañeros de Hollywood, tomad nota: a veces, menos es más. Yo me quedo con aquel “Terminator” de James Cameron que quizás sí, es viejo, pero no obsoleto.
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