Tras los eventos de “Fast & Furious 6”, Dom Toretto (Vin Diesel) tiene que volver a reunir a su equipo para detener a Deckard Shaw (Jason Statham), quién busca venganza para su hermano y está dando caza a los miembros del clan uno a uno.
Hay quien cree que la saga Fast & Furious se compone únicamente de siete películas sobre carreras de vehículos. Pero realmente, la franquicia sobre coches más famosa de la historia ha llegado a ser mucho más que eso. En sus tres primeras entregas el tema principal era, ciertamente, las carreras de coches; pero a partir de la cuarta (que casi servía como un indirecto reboot), han ido evolucionando hasta llegar a convertirse en una variación de Misión Imposible con estilo automovilístico propio.
Esta vez, el equipo se vuelve a reunir para detener al hermano de Owen Shaw (Luke Evans), Deckard, interpretado por Jason Statham (Transporter), un nombre predecible para aparecer en algún momento en la saga. Y para hacerlo se meten en un enrevesado plan sin pies ni cabeza y con muchos agujeros en el guión, para concebir por fin lo que hace tiempo que tendrían que haber hecho: una parodia de sí mismos. Y aunque parezca un punto en contra, en realidad no lo es, ya que está tan bien hecha que hasta que no llega el final y el espectador no se pone a pensar, no se da cuenta de la absurdidad argumental que acaba de presenciar.
Gracias a ello, Fast & Furious 7 deja escenas de acción memorables como un coche sin frenos atravesando tres edificios o Vin Diesel tirándose por un acantilado con su vehículo. Y en todos los casos, claro está, sobreviviendo. Los personajes, en esta ocasión, están extremadamente definidos y tienen su única función dentro del equipo. Y a momentos este reescrito es tan diferente a la anterior que el público tiene que volver a conocer a los personajes con los que ya lleva viviendo cuatro películas.
Se echan de menos más escenas con el villano Statham y, sobretodo, momentos Dwayne “The Rock” Johnson. Por suerte, el nuevo director James Wan nos da instantes memorables con cada uno de ellos para poder disfrutar al máximo de sus personajes (y su escena de pelea es, simplemente, épica). Este nuevo director no solo recupera lo bueno que hizo Justin Lin con las anteriores entregas, sino que además aporta un estilo único que le da aún más ritmo y velocidad a la película.
La sensación después de ver Fast & Furious 7 es que, al contrario de lo que muchos podrían pensar, nunca se ha visto nada igual. Se posiciona como la mejor de la saga y como un film de visionado obligatorio. Para la octava, si quieren mejorar, definitivamente tendrán que escuchar a Helen Mirren y darle un buen papel.
Y no se puede acabar esta crítica sin nombrar el emotivo final que, sin decir nada más, es el mejor homenaje para Paul Walker y el mejor destino para su personaje. Levantemos nuestras Coronitas y brindemos por Paul.
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