La editorial Impedimenta nos ofrece la oportunidad de disfrutar de la soberbia e inesperadamente “solar” nouvelle de Henry James Pandora, en la excelente traducción de Lale González-Cotta. Una pequeña maravilla que no se deberían perder.
Como bien afirma el gran crítico literario Edmund Wilson, uno de los grandes temas de la obra de Henry James fue el retrato de “la solterona frustrada anglosajona”; ejemplificado –sobre todo en novelas canónicas como Daisy Miller o Las bostonianas e incluso, de forma más solapada, en otras piezas maestras como Una vuelta de tuerca– en un ramillete de mujeres a menudo “confundidas” respecto a sus sentimientos, un tanto neuróticas, enamoradizas o simplemente demasiado frívolas, inhibidas o más bien pasivas, marcadas indefectiblemente por siglos de dominación masculina. Por eso puede resultar a priori sorprendente que, en esta bella nouvelle con la que nos obsequia la siempre exquisita editorial Impedimenta, James nos ofrezca, casi diría que por primera vez de forma tan clara y directa, el testimonio del nacimiento de una “nueva mujer”, un producto genuinamente made in America: “la chica hecha a sí misma”, “la fruta más reciente y fresca“ –como se define en el libro– de la sociedad norteamericana, capaz de cautivar a los grandes salones neoyorquinos con una sugestiva mezcla de controlada “ingenuidad” y deliciosa rebeldía; el antecedente más apolíneo y high class de la inminente flapper girl de ciudad, cuyo magnetismo y personalidad el cine se encargaría de testimoniar. En comparación a la “nueva” Pandora, el joven conde alemán Otto Vogelstein se nos aparece en cambio como una figura de un mundo a punto de periclitar: adusto y un tanto vanidoso, engolado y en exceso autosatisfecho de su porte europeo, preocupantemente falto de imaginación y sentido del humor, repleto de opiniones en apariencia consolidadas, “transmitidas ya prefiguradas a través de un extenso linaje que conocía bien el papel que estaba llamado a desempeñar”. En apenas dos deliciosas set pieces –ubicadas en unas aduanas concebidas como un auténtico “no lugar”, repletas de mediocres funcionarios husmeando las pertenencias de los viajeros; y también en una fiesta de sociedad que nos recuerda el esplendor de películas tan jamesianas como Madame de… de Max Ophuls–, James consigue reflejar las transformaciones finiseculares del papel de la mujer en la sociedad que ya se comenzaban a prefigurar.
Pero –como remacha Wilson en otro pasaje de su imprescindible ensayo La ambigüedad de Henry James– el autor de Pandora “es un reportero, no un profeta”, un cronista que nos describe con una prosa prodigiosa el mundo “tal y como pasa ante sus ojos”; un miniaturista que consigue el milagro de encapsular la vida en cada una de sus obras. Lo hace además con gran penetración psicológica, no exenta de sutiles alusiones políticas; pero sobre todo con un delicioso humor que, en estos tiempos altisonantes, debería recordarnos que el inesperado requiebro literario que consigue provocarnos la sonrisa es a menudo una cuestión de pura sensibilidad. Como bien señala la traductora Lale González-Cotta –responsable de verter al castellano otra bella nouvelle que no se deberían perder, La solterona de Edith Wharton, también para Impedimenta– en la magnífica introducción que acompaña esta edición, aparecen aquí las señas de identidad del estilo de James: las interrupciones del discurso y las digresiones (e incluso las citas metaliterarias en las que, tímidamente, asoma Daisy Miller y también el autor), aunque en esta ocasión nos encontremos con “un estilo más fresco y directo”, como si el mismo James se hubiera dejado contagiar por el entusiasmo renovador de Pandora Day.
Sin duda en Otto y Pandora hay –cómo no– mucho de la personalidad de James. La tensión entre la sofisticación (o, por qué no, la soberbia) de la vieja Europa y la frescura (a veces un tanto naïve) del Nuevo Mundo, es al fin y al cabo otro de los temas fundamentales de su obra. James se empeñó en ser el más europeo de los norteamericanos, pero, como Pandora, no dudó en odiar todo “lo mediocre” por instaurado en las costumbres que ello estuviera. En algo más de cien páginas, el autor de Daisy Miller consiguió algo al alcance de muy pocos: narrar una historia sinuosa –como todas las suyas–, sugerente y casi impresionista, tras cuyo delicado trazo resuena un nuevo mundo que ya estaba por llegar.
Editorial: Impedimenta
ISBN: 978-84-15979-29-6
Páginas: 128
Precio: 16,95€

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