Tras el éxito de crítica y público que obtuvo por Incendis (temporada 2012), Oriol Broggi y su compañía teatral, La Perla 29, buscan volver a dar en el clavo con una nueva adaptación de un texto del autor del momento: Wadji Mouawad. Cels significa el cierre de la tetralogía La sangre de las promesas. Formada por las excelentes Incendies, Litoral y Bosques. Aunque desconozco ésta última, los otros textos y Cels dan una sensación amplia de conjunto, de unidad.
Incendis y Litoral son dos obras que narran un viaje, una búsqueda. Sus protagonistas sufren la pérdida o el desconocimiento de la identidad propia, familia y política. Es la lucha por dotar la vida de un sentido y el horror ante la crueldad que significa saber la verdad, la cruda realidad. El teatro griego clásico esta presente en el viaje de sus héroes trágicos y en las relaciones familiares; ya sea un hijo que acompaña el cadáver de su padre en un infructuoso intento de encontrar el descanso de su alma (Litoral) o el viaje al pasado de una madre muerta que emprenden sus dos hijos gemelos, con desgana, y se dan de bruces con el cruel humor de Dios (Incendis).
Un grupo secreto -que trabaja para una organización internacional- se dedica a espiar llamadas telefónicas, mensajes de texto y búsquedas de internet. El objetivo es prevenir un ataque terrorista, hay pistas que advierten de un ataque inminente. La tensión es palpable y todo estalla cuando uno de ellos se suicida. Los cinco protagonistas están atrapados en ese búnker, analizando datos y cifras, donde no importa el ser humano, ni las motivaciones reales, sólo interesan las pistas. Con este planteamientos vamos introduciéndonos en un entorno asfixiante, que en cierta manera tiene eco de El ángel exterminador (Luis Buñuel, 1962) y coge la forma de un thriller político. Los protagonistas obligados a permanece allí, sin libertad de acción, obligados a acatar órdenes en una kafkiana cadena de mando. Si en sus obras anteriores Mouawad señalaba la importancia de la memoria, del conocimiento; aquí no lo demoniza pero nos advierte de su peligro, estamos abocados a la acumulación de información, de realidad. Nos convertimos en piezas de un engranaje que ordena y analiza todos nuestros pensamientos y animadversiones.
Enfrentarse al análisis de esta obra es complejo, ya que los mismos elementos que la hacen posible generan incomodidad a la hora de disfrutarla. Los múltiples elementos escénicos que son necesarios para representarla hacen que la obra sea algo tosca, violenta. Las constantes interacciones de los actores con el sonido en off o con las vídeo llamadas hacen que la narración no sea fluida, que el espectador se distraiga con toda la información que hay a su disposición. En el escenario de la Biblioteca de Catalunya están todas las escenas posibles y los actores pueden estar en varias localizaciones a la vez. En un mismo espacio están la sala de trabajo, el jardín lleno de estatuas y las habitaciones de los miembros del grupo. En más de una ocasión los personajes solapan diálogos, entran y salen de estancias. No es una obra fácil de ver y mucho menos de dirigir. Pero es una obra totalmente necesaria, arriesgada y valiente.
Es pot veure a: Biblioteca de Catalunya
Text: Wadji Mouawad
Intèrprets: Xavier Boada, Màrcia Cistero, Eduard Farelo, Xavoer Ricart i Ernest Villegas.

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