Un tipo grande viste una camisa hawaiana, fuerte que no gordo, está cavando una tumba. Reflexiona sobre la muerte bajo un sol de justicia. Por otro lado, un hispano con el cuerpo tatuado, mirada intensa y tres seises coronando su frente, escucha las confesiones de un hombre maniatado al que han torturado. Ernesto, el hombre que sufre tortura, está soltando toda la información que tiene, pero amenazan con matar también a su bebé, y no contentos con eso, le enseñan un vídeo pornográfico protagonizado por la madre de su hijo, ahora también les pertenece; Ernesto acaba de confesar, ya tienen toda la información, ya no es útil. Así que, el hombre que tiene tatuado el número del diablo en la frente, aprovecha un amplio corte que tiene Ernesto en el cráneo para acabar de abrirle la cabeza con sus propias manos.
Señores y señoras, Brian Azzarello y Eduardo Risso han vuelto.
Los lectores que ya conozcan la obra magna de esta pareja, 100 balas, se habrán dado cuenta de que el hombre que cava la tumba es Lono, el personaje más maleducado, salvaje, violento y divertido de toda la saga. Rápidamente entendemos que el hawaiano fue uno de los pocos que se libró de la muerte colectiva que supuso el último capítulo de la vida de los Minutemen. Pues bien, “el perro”, se ha instalado en el caluroso pueblo de Durango, en una misión cristiana, comandada por el padre Manny ,que ayuda a niños huérfanos, niños sin hogar ni padres, como el mismo Lono. Nuestro querido protagonista siempre estuvo al cobijo de Graves, Mr Sheperd o el señor Medici; Lono siempre funcionó perfectamente como contrapunto de personajes trascendentes, con texto y reflexión, gente con un plan mayor y supremo que él podría desbaratar, traicionar o soltar una coletilla graciosa mientras cometía un horrible asesinato.
En Durango manda un cártel del narcotráfico propiedad de dos hermanos llamados “Las Torres Gemelas”. Ellos favorecen a la misión pero a la vez tienen atemorizados a todos sus habitantes, viven porque ellos les dejan vivir. El choque será inevitable y un gran acierto de Azzarello es reinventar el concepto del cómic original para brindar una entretenida trama que bebe del mejor Peckinpah. Tenemos ante nosotros un western crepuscular, cargado de violencia y mala leche, que hará las delicias de los lectores no demasiado casados con el universo de 100 balas, hay que dejar atrás la impresionante galería de personalidades fascinantes que habitaban aquellas páginas; este nuevo trabajo está más volcado en la historia, en el impacto que produce un duelo fronterizo de ritmo trepidante.
Quizás el problema reside en el desigual interés que producen los personajes secundarios: el padre Manny es un personaje plano, sin profundidad ideológica, la hermana June está mal trazada, se queda a medio camino y no desarrolla su potencial, Paulo es un joven que busca redención de una manera que ya hemos visto una y mil veces. Parece que esta parte de la creación de personajes, Azzarello la haya hecho con desgana, sin interés, su habitual habilidad para jugar con la moralidad y la profundidad sicológica aquí brilla por su ausencia. Menos mal que están los malos de la función para equilibrar la balanza. Cráneo, el torturador de los tres seises en la frente, es cruel e intimidatorio; si fuera un film sería el típico secundario roba-planos. Cortez es ambiguo, terrible, con una doble moral que produce escalofríos, este sí es ese tipo de personaje que se espera de una secuela de “100 balas”.
Por último, de forma breve por su indiscutible rotundidad, el trabajo de Eduardo Risso -una vez más- es brillante. Soberbio. No suelo decirlo ya que soy un amante del trabajo de guión, siempre busco la brillantez en el texto, pero en este caso es obligatorio comprar este cómic por su apartado visual. La armonía de las páginas, el buen ritmo que consiguen imprimir en la narración es magistral. La expresividad de los personajes, el impacto de las escenas de acción o la perfecta ambientación de cada una de las escenas es marca de la casa. Fíjense en las páginas donde los personajes mantienen un diálogo, como la perspectiva nos lleva a recrearnos en otros personajes interactúan sin diálogo. Aquí es tan importante la frase que dice el mafioso como los chavales tirando piedras a un asustado gatito. Una vez más, magistral.
Editorial: ECC
Páginas: 192
Precio: 17,95 a 19,50 €
Guión: Brian Azzarello
Dibujo: Eduardo Risso

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