Otros Mundos DC
8Nota Final

La editorial ecc continúa con su labor de publicar –con el esmero y buen gusto habituales– excelentes álbumes dedicados a la colección “Otros Mundos”. Buen momento para revisar los orígenes de estos cómics y de hacernos eco de algunas de las mejores ediciones recientes.

El relato superheroico –como los mitos primigenios– tiende de modo natural a la expansión. Pronto, las grandes compañías de comic-books descubrieron que la continuidad narrativa y la memoria de los lectores eran un serie impedimento para dar rienda libre a la imaginación más desbocada de su nómina de autores. La primera tentativa de DC de plantear relatos alternativos a los “oficiales” se inició con El Flash de los dos mundos, una historieta del superhéroe Flash con guión de Gardner Fox y dibujos de Carmine Infantino publicada en 1961, donde se revelaba la existencia de Tierra-2, un planeta idéntico al nuestro que compartía coordenadas espacio-temporales pero distinta vibración atómica (sic). La creación de este universo alternativo por parte de DC correspondía, al fin y al cabo, a necesidades comerciales: con la incorporación de Tierra-2 se creaba la posibilidad de generar relatos alternativos –habitualmente de mayor osadía narrativa– que tantearan los gustos de los lectores; una estrategia que con el tiempo daría lugar al prolífico multiverso de las “tierras infinitas”.

Otros Mundos DC

La segunda operación para vulnerar a placer las reglas del universo oficial fue la creación de Otros Mundos, una colección que –como What If de Marvel– ofrecía la oportunidad de ver a los personajes habituales de DC en contextos insólitos, enfrentados a situaciones extraordinarias, sin perturbar por ello la continuidad de las series regulares. Otros Mundos se convertiría en un maravilloso campo de pruebas, un espacio para la libertad y la experimentación que ha ofrecido piezas tan notables como Batman. Luz de gas o Superman. Hijo Rojo; ambas ya comentadas en La Finestra Digital. Ecc publica ahora tres nuevas piezas maestras de esta colección que vale la pena revisar.

Superman. La última familia de Krypton

Superman. La última familia de Krypton

¿Qué ocurriría si los padres de Kal-El, Jor y Lara, hubieran conseguido salvarse y llegar también a la Tierra? Ésta es la estimulante premisa de la que parte esta novela gráfica que plantea una imaginativa reinvención del mito fundacional, sin colisionar con la versión oficial de DC. La “estrella” de este cómic, pues, no es el Hombre de Acero sino su familia kriptoniana. La mesiánica presencia de un Jor-El omnipotente que, a medida que envejece, se parece cada vez más a Marlon Brando (del mismo modo, que el Superman adulto se convierte en un sosias de Christopher Reeve) encarna a la perfección el anhelo de un “regreso” de Dios a la Tierra. Pero pronto, la emancipación conyugal de Lara otorga nuevo brío a un relato que cobra así hechuras de clásica Women Picture. A la (anti)utopía científica de Jor, Lara opone su carisma de sacerdotisa new-age –fundadora de una nueva religión, la Raología–, dispuesta a traer consuelo a unos humanos que, a ojos de los evolucionados kryptonianos, se revelan seres casi primitivos. Pero todo Dios salvador necesita su Judas, claro está. Y ahí es donde hace su aparición el ínclito Lex Luthor, presentado aquí como un self-made man, un cerebro portentoso pero, ay, demasiado humano, carcomido por los celos ante los atributos “divinos” – al fin y al cabo un don recibido, sin mérito ni esfuerzo– de Kal.

En esta excelente vuelta de tuerca del mito destaca sobre todo el buen hacer del gran Cary Bates, un guionista de la Silver Age, felizmente recuperado para la ocasión, que demuestra seguir en plena forma. Junto a él, el brasileño Renato Arlem –mención especial merecen también las portadas, en la línea ultrarrealista de Alex Ross, del también brasileño Felipe Massafera– contribuye a redondear la excelente deconstrucción superheroica emprendida por Bates. Hay aquí la emoción de la mejor ciencia ficción clásica, combinada con toques expresionistas, aroma camp y buenas dosis de ironía (el pelirrojo Luthor es reconocido por su mentor Kal-El por haber inventado ¡un crecepelo!, entre otras bromas privadas para los lectores de Superman). La cuidada edición –como ya es costumbre en ecc– de este “clásico instantáneo” incluye un interesante artículo sobre los padres de Superman y fichas de los autores, a cargo del especialista Enrique Ríos.

Batman. Gotham Noir

Batman. Gotham Noir

Era inevitable: si Batman hubiera nacido en el cine, habría sido un turbulento relato de film noir con evidentes toques expresionistas. Enrique Ríos apunta, atinadamente, la influencia del olvidado filme The Bat Whispers (1930) de Roland West en la creación del personaje (también de El hombre que ríe -1928- de Paul Leni, como inspiración para la creación de El Jóker). El guionista Ed Brubaker –curtido precisamente en el ámbito del comic noir superheroico– ha sabido ver las raíces estilísticas del hombre murciélago para alumbrar una bella historia detectivesca al viejo estilo, que mezcla con talento la imaginería de la literatura hard-boiled, los relatos pulp de terror y los procedural films de la generación perdida del cine norteamericano.

Bien acompañado del dibujante británico Sean Phillips, Brubaker transforma al comisario James Gordon en un detective alcohólico en horas bajas, a Selina Kyle en una cimbreante Ava Gardner o a Harvey Dent en un joven fiscal con pinta de Dana Andrews. Pero sobre todo es la inspirada reinterpretación del mito del vampiro, convertido para la ocasión en una mancha “diabólica” que parece surgida del más allá, la que contribuye a dotar a la historia de la atmósfera pulp de los clásicos del género. El álbum se complementa con Ciudadano Wayne, una breve y deliciosa historia que plantea un original ejercicio de estilo en torno al célebre filme dirigido e interpretado por Orson Welles.

Superboy Legión

superboy

De la oscuridad a la luz. La nueva visión que nos ofrecen Mark Farmer y Alan Davis de Superboy y la Legión de Superhéroes en esta miniserie de dos números destaca sobre todo por su portentosa imaginación, su frescura y la habilidad para combinar drama y alta comedia.

El tándem creativo británico se permite en esta ocasión un tour de force artístico adicional: Farmer, habitual entintador, se atreve aquí con el guión, mientras que Davis concentra todo su talento en el dibujo. Ambos autores nos muestran a un Superboy que llega a la Tierra en el siglo XXX. 1.000 años después de la historia “oficial”, Kal-El es adoptado por un millonario y termina uniéndose a otros jóvenes para fundar la Legión de Superhéroes. Superboy Legión se disfruta como un relato de iniciación, protagonizado por un joven impulsivo que aprende a controlar sus poderes; un relato “solar” de transformación con hechuras de space-opera que no deberían perderse.

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