Afrontamos una nueva jornada en la Berlinale, donde los conflictos armados, la crisis económica o los problemas de la emigración toman el protagonisme en los films presentados en la Competición Oficial.
“Zwischen Welten” (Inbetween worlds)
Dos hombres y un reloj. Uno de ellos tenía un hermano, el otro tiene una hermana. El primero vuelve a un lugar fatídico, el otro intenta salir del mismo. El primero forma parte de las fuerzas de ocupación, el segundo pertenece al lugar ocupado.
“Inbetween worlds”, la tercera alemana a competición, tiene como escenario la participación de las tropas alemanas en Afganistán. El capitán Jesper (Ronald Zehrfeld) tiene que asegurar una posición cerca del lugar donde mataron a su hermano. Su interprete Tarik (MohsinAhmady) recibe amenazas por trabajar con las fuerzas de ocupación. La relación entre ellos llevará al alemán a desobedecer órdenes con fatales consecuencias.
La realizadora nacida en Viena Feo Aladag incide en un tercer personaje: la hermana del interprete, una joven afgana que estudia en la universidad mientras trabaja envolviendo caramelos. Y destaca además el líder afgano que sobrelleva la ocupación de su país. “Vosotros tenéis relojes, nosotros tiempo”, les espeta a los alemanes.
“Inbetween worlds” ha sido la película más floja de la jornada de competición del martes. Totalmente previsible y manida. Aladag intenta humanizar una guerra con soldados capaces de matar al enemigo pero que no se atreven a matar a un animal agonizante.
“Praia do futuro”
Afganistán también surge tangencialmente en las segunda a competición del día. El realizador brasileño pero afincado en Berlín Karim Aïnouz debuta en la Berlinale con “Praia do Futuro”. En el arranque del film, dos excombatientes alemanes en Afganistán se bañan en una playa de Fortaleza, Brasil. Uno de se ahoga, mientras el segundo se liga a un socorrista temeroso de morir ahogado. Konrad, el soldado, (Clements Shick) hace que Donato (Wagner Moura) se instale en Berlín, una ciudad sin mar. La capital alemana redefinirá al brasileño que ha abandonado familia y raíces. Hasta que su hermano viaja hasta Berlín para reprocharle su ausencia y se ve atrapado por la ciudad.
La cinta puede ser una firme candidata al Teddy Bear, el Osito de Peluche, premio que se otorga al mejor largometraje de temática gay de la Berlinale. Pero el realizador, conocido por su primer largometraje “Madame Satá”, prefiere identificar el tema con el miedo a sentirse desplazado, la alienación del emigrante. La película es de una plasticidad poética más centrada en la creación de un atmósfera con una historia frágilmente contada.
“To mikro psari” (Stratos)
La película más sólida a concurso de la jornada sea quizás la griega “Stratos”. Será también la que más división provoque. En griego titulado “To Mikro Psari” (pececito), el cuarto largometraje de Yannis Economidis se nutre de la crisis económica griega. De noche, el ex preso Stratos (Vangelis Mourikis) trabaja en una panadería, pero durante el día es un asesino a sueldo para saldar una deuda de gratitud con antiguo compañero que le protegió en prisión. Mientras mata por honor, se relaciona con Maki, un antiguo tendero que prostituye a su hermana, Vicky, y que está dispuesto a hacer lo mismo con su sobrina. La salvación de la pequeña Katarina lleva a Stratos a actuar por última vez.
Los 138 minutos de metraje quizás sean excesivos y el guión escrito entre cuatro autores es mejorable, pero este film noir cocinado lentamente y sin alardes refleja el declive moral de la Grecia actual. El rostro pétreo de su protagonista, Vangelis Mourikis, es sin lugar a dudas una de las grandes aportaciones de la película.
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