El canadiense Xavier Dolan es a sus 24 años el niño prodigio del cine actual. Un auténtico hombre orquesta que es capaz de dirigir, escribir guiones, actuar, montar, diseñar el vestuario… Tras pasar por las secciones paralelas de Cannes con sus tres primeras películas, debuta en la competición oficial del festival de Venecia con ‘Tom à la ferme’ en la que narra la visita de Tom, un joven publicista de Montreal, a la familia de su novio fallecido que vive en medio de la nada en una granja del Quebec profundo.
Tras el exceso y el descaro formal y temático de sus películas anteriores, Dolan da un giro de 180º y cambia completamente de estilo y de género. ‘Tom à la ferme’ es sobria y de corte casi clásico. Con una cámara que mantiene a menudo una inquietante distancia con sus personajes, con la música de Gabriel Yared que sobresalta y nos avisa sobre lo que está por llegar. Una película de suspense psicológico, variante tensión sexual, que se va fabricando a fuego lento, a medida que se van revelando los secretos y misterios del pasado de la familia del fallecido.
A Terry Gilliam en ‘The Zero Theorem’ le ha dado por el existencialismo. Por el sentido de la vida y por nuestra misión en el mundo. Cuenta la historia de un excéntrico genio de los números, interpretado por Christoph Waltz, que debe dar con el elemento que cuadre la ecuación del universo. O algo así.
Gilliam una vez más crea un mundo barroco, de pesadilla, con su habitual galería de personajes excéntricos, lleno de cachivaches informáticos y tecnología y en el que las comunicaciones humanas están basadas principalmente en las computadoras. Visualmente sugerente, su trama resulta demasiado leve y la película flojea a nivel narrativo.
En ‘Parkland’, el debutante Peter Landsman propone un regreso al 22 de noviembre de 1963 a Dallas, el día en el que JFK fue asesinado. Pero su foco de atención no está en el presidente estadounidense, su esposa o en si hubo o no conspiración para asesinarlo. A Landsman le interesan el equipo médico que lo atendió a su llegada al hospital herido ya de muerte, la familia de Lee Harvey Oswald, los miembros del servicio secreto o Abraham Zapruder, cuya cámara captó el asesinato en vivo y en directo.
A pesar de su buen pulso y de un reparto coral en el que destacan Paul Giamatti, James Badge Dale, Jacki Weaver , Marcia Gay Harden y los guapos oficiales Zac Efron y Tom Welling, estas anécdotas, incidencias y curiosidades de los personajes secundarios y periféricos del acontecimiento se quedan en la superficie y poco aportan a lo que ya conocemos.
‘Miss Violence’ de Alexandros Avranas es la representante del ‘Nuevo Cine Griego’ en esta Mostra. Tras ‘Canino’, ‘Attenberg’ o ‘Alps’ llega este drama en el que una familia de clase media debe afrontar el suicidio de una de sus hijas. Tras un arranque impactante, Avranas, apoyándose en las extrañas formas de actuar de sus personajes, intenta, pero no logra construir una atmósfera turbia y sugerente que atrape al espectador. Su juego de pistas que permitan ir encontrando los motivos de esas acciones desconcertantes, resulta demasiado críptico y cerrado y su sórdido final, en lugar de sugerente, resulta arbitrario y torpemente epatante.
Ganador de varios premios en los festivales más importante del mundo, el israelí Amos Gitai vuelve a incidir en ‘Ana Arabia’ en las relaciones entre judíos y árabes. Esta vez nos lleva a un enclave en el que viven en armonía miembros de ambas comunidades al que un día llega, Yael, una periodista.
Rodada en un largo y único plano secuencia de 85 minutos (la planificación es magnífica), la cámara sigue a Yael en su deambular por el complejo y nos hace testigos de los testimonios de los habitantes, de sus historias y de sus ideas y de su cotidianidad. Película serena y apacible, se echa de menos una mayor emoción que marque y deje huella.
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