El otro día, sentado en una terraza mientras se oía de lejos ese estribillo “nossa, nossa voçê me mata” y aprovechando ese sol raro, inconstante de primavera, tuve una discusión interesante sobre lo que podría llamar música comercial.

Nos es la primera vez que sale el tema, lo reconozco y seguramente no será la última. Me decía ese amigo que no entendía como había gente que estaba dispuesta a pagar más de 100 euros para ver conciertos multitudinarios como los de Rihanna o Shakira y que en cambio había por todos los sitios grandes grupos (o pequeños depende como se le mire) que tenían un nivel de calidad brutal y entradas por 30 o 40 euros.

Yo le miré, sonreí, y le dije pidiera dos cervezas más, que tendríamos una conversación larga. Sé muy poco de todo este tema y lo que sé es lo que he aprendido desde la grada, es decir lo que escucho y lo que busco escuchar como aficionado a la música en su forma artística. Igual que cuando voy a un museo busco entre tantas formas de expresión artística una analogía a mi sentir en ese momento. Veo la música como un sentido artístico y me dejo llevar por ella si encuentro en la misma similitudes con mis intereses.

Todos los estilos musicales tienen su sentido y su belleza, de eso no hay duda. I uno, durante su vida, se va madurando y buscando sus necesidades musicales en cada momento. Es muy común hoy en día utilizar la expresión “música comercial”. Y el hecho de usar esa etiqueta presupone que existe también, por contraposición, la música llamada alternativa o independiente. El debate entre las dos formas lo tenemos todos, y a veces no plantearnos a qué nos referimos al emplear estas expresiones, lo que nos puede llevar a cometer errores o transmitir falsas impresiones.

Cuando nos referimos a música comercial podemos hacer alusión, de modo general, a aquellas canciones que son fácilmente objeto de comercialización o que, directamente, se crean con el objetivo de conseguir un éxito de ventas. La mayor parte de las creaciones conocidas como música pop lo serían. Pero, cualquier pieza musical de cualquier estilo podría ser denominada comercial. ¿Cómo podemos saber si una canción es o no comercial?

Yo suelo emplear la siguiente analogía: la música comercial no es más que una magdalena. Tienes una receta que te aconseja mezclar 100 gramos de harina, otros 100 de azúcar, huevos, leche y mantequilla y ponerlo en el horno. En media hora tienes varias magdalenas que supuestamente gustarán a todos. ¿Podemos decir entonces que existen fórmulas musicales que funcionan comercialmente? Sí, pero no es una regla. Es muy probable que en determinadas épocas funcione una estructura musical concreta, y en otras no tanto.

Fórmula música pop - Tira de CartoonStock

Todos sabemos que elaborar un estribillo pegadizo, acompañado por una melodía sencilla y clara, con ritmos de la moda, y repetirlo 4 ó 5 veces en la canción funciona. Pero quizás no sea suficiente para conseguir un gran éxito de ventas. Detrás de esto hay miles de factores que entre si y conjuntados por una orden pueden llevar una canción o un cantante a un éxito considerable. O basta que alguien famoso, como un jugador de fútbol, de la cara por ella para que sea inmediatamente el tema del verano y que suene en todos los clubes generalistas.

De la misma forma que existe la música dicha comercial, también existe la llamada independiente, que igualmente puede ser un éxito de ventas y que todo el mundo la escuche. Pero a diferencia de la música comercial esta avanza por otros caminos. Generalmente no tiene la presión de las discográficas, de los medios de comunicación y por lo tanto sus autores son libres e independientes a la hora de componer sus creaciones artísticas. Eso, por supuesto, no atrae a millares de seguidores pero esta gente en general vive para la música no de la música y la diferencia se nota en el producto final.

¿Es ético, desde el punto de vista artístico, dedicarse a componer música simplemente como manera de ganarse la vida? Sí lo es, si se pone el foco en esa creación artística desconectando de la previsible lógica del mercado.

Este es un tema de difícil solución y interpretación en nuestros días. Pero al fin y al cabo está en nuestras manos buscar nuestra propia conducta musical. Seamos exigentes con nuestros propios criterios, seamos críticos, seamos apasionados en nuestras emociones para que despertar-las no sea tan fácil como sumar dos y dos dejando el arte a un lado.

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