Han vuelto… y aunque no haya pasado mucho tiempo, la espera se hizo larga. Con ellos llegó una sentimiento característico de quien hiberna, de quien pasa mucho tiempo solo. Cuando empiezas a despertar con un sentido muy lúcido de la vida. Shout Out Louds han venido ayer a Barcelona con mochila y hawaianas, como si llegasen de un gran viaje, donde tienes tantas cosas para contar que el tiempo se te escapa en los detalles relevantes.
Han venido después de los dos años de gira que duró la presentación de su segundo álbum “Our III Wills” en 2008 y de seis meses de descanso (en los que cada miembro del grupo se mudó a una punta distinta del planeta), ayer han presentado “Work“. Si “Our III Wills” era un disco escrito entre pueblos, que hablaba de viajes y culturas, “Work” es un disco de vuelta a casa que describe la reunión del grupo tras esos meses de descanso.
“Work” es como uno tercer capítulo en la carrera de estos suecos, uno de esos álbumes primorosos, sin hueco para grandes hallazgos sonoros pero que tiene espacio de sobra para un indie pop relleno de agrio-dulce adictivo. Ese tercer capítulo sonó ayer en la sala Apolo a un ritmo crucero, a un ritmo de esperanza, empezando después de salir al escenario con “1999”, una canción que provoca una sensación de tranquilidad como si su voz volase por el aire desafiando la gravedad.
Los cinco miembros de Shout Out Louds estaban dispuestos en el escenario con una distribución tácticamente indie donde el batería no asume una posición central. Así, Adam Olenius (voz y guitarra), pudo asumir la posición que destaca su voz poderosa, tan disciplinada que se nota directamente en el resultado final: una armonía minuciosamente producida y arreglada, en que absolutamente todo suena en su sitio y en su justa medida. Después ha salido sin cualquier complexo tres nuevos singles, destacaría el “Fall Hard” una magnifica melodía cargada de expresión artística, donde las batidas constantes marcan un paso estratégico a una sonoridad completamente desnuda, simple pero auténtico. Y en seguida siguieron esos acordes típicos de “Tonight I have to leave it”, provocando la reacción inmediata del público.
La gente saltó, bailó, escuchó tan intensamente que deseaba con desespero escuchar la entrada de ese estribillo que dejó a todo el mundo simplemente radiante. Adam lo entendió desde de lo alto del escenario y no tardó en bajar para cantar lo que le restaba del tema con los fans. Todo parecía demasiado perfecto, y lo era. Y a lo mejor fue eso lo que me dejó algo insatisfecho, pues en un directo tienes que ser más de lo que enseñas en un álbum grabado en estudio. Tienes que improvisar, hacer del público un instrumento más del grupo. Pero ese fue el único pecado que cometieron y no dejan de ser pequeños detalles de un directo en el que dieron justo lo que les pedían los fans.
“Please Please Please”, la última canción antes de los bises fue como una partida de ajedrez, no sabes lo que piensa tu adversario pero sabes que puedes ganar si avanzas con la reina. La tónica general del concierto, sin ser necesariamente ni ortodoxo ni oscuro, adquirió cierta solemnidad y resignación a la que no estábamos acostumbrados, por lo que destacaron especialmente aquellas canciones que más nos recuerdan al espíritu optimista de sus trabajos anteriores. Pero ellos habían venido a presentar su último álbum y, en este sentido, más que mostrar un reverso oscuro, han realizado una maniobra de honestidad. Esa manera de desnudar sus composiciones y de intentar expresar, sin lujosos ornamentos, su conciso indie pop.
Ha sido un honor verlos, principalmente a la bellísima Bebban Stenborg (teclados y percusiones). Con su sonido alarmante, lleno de esperanza e intensidad, Shout Out Louds han venido a Barcelona a anunciar que ha llegado oficialmente la Primavera.
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